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TUS HISTORIAS

TUS HISTORIAS

Hasta el amanecer 1

 

 La luz sobre el mar despedía reflejos que le hacían entornar la vista al mirar el horizonte azul. Estaba descalza sobre la fina arena mojada con las zapatillas atadas por los cordones colgando de una mano, su mirada absorta se doraba al calor del sol de agosto, respirando el profundo olor a sal y a algas, a lágrimas y a corazón temblando en las alas del viento. Mientras paseaba, lentamente, sintiendo como el agua bañaba su piel, se dejaba invadir por el sonido de las olas que rompían y morían en la orilla; se agachó y siguiendo un impulso dibujó un corazón en la arena y en él dos nombres, Eva... y Lucía. Lucía. Se quedó mirando un momento con el tiempo perdido aquel nombre. En cuclillas, el atardecer empezó a caer sobre sus ojos y con él las primeras estrellas, levantándose, humedeció de blanca espuma su cara y pronunció su nombre en alto: Lucía. Su alma estaba muy lejos de aquella mar, su voz empezó a recordar y a dejar morir también su pena bajo la luna.
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La puerta quedó abierta, en el vaivén sus latidos giraban al ritmo de los goznes de cobre, o tal vez de plata, sin óxido, relucientes, marítimos como las ideas que marcaban las cadencias de esa voz lejana, la brisa. No era de hierro, no tenía cerradura ni siquiera alguien que la cuidara; cuántos días habría visto pasar la madera desteñida de barniz, no se sabía, pero ahí estaba, girando una y otra vez sobre sí misma, atrás, adelante, atrás, adelante, de nuevo atrás, balanceándose sin prisa dentro de su marco blanco, absuelto de cualquier crujido o rasguño que indicara que por allí había pasado el tiempo. Se respiraba limpieza, el seco olor a cal junto con la aspereza de su tacto, el mar hacía más blanco si cabe el color del faro donde a intervalos irregulares se veían tres ventanas encajadas en sus pequeños marcos marrones con un poco de hierba, rala, creciendo en algunas esquinas.
Al fondo había una escalera, desde abajo parecía que ascendiera interminablemente, como si llevara al trono de algún
Dios esperando con los brazos abiertos en la entrada del paraíso. Si empezabas a subir, te ibas dando cuenta de que algunos peldaños estaban sueltos, otros casi en equilibrio sobre el aire, algunos conservaban un aspecto libre de polvo y de humedad, en ninguno había señales de insectos o de suciedad, sólo las huellas que habían marcado el paso lento de muchas pisadas cansadas. Al llegar a la cima, lo primero que te sorprendía era el cambio tan grande, o quizás brusco, que se daba de repente en la mirada de quien subía; esperabas ver aparecer suavemente un aumento gradual en la luz, un tono cada vez más claro en las paredes, también blancas por dentro, respirar acaso el polvillo de la hojarasca y las ramillas amontonadas al levantar el vuelo una gaviota asustada... Sin embargo el blanco cambiaba de apagado a deslumbrante, radiante, en un segundo te sentías inundada por la luz como por una ola gigantesca de calor mojado, cegador, pero de una forma tan agradable que en seguida, de alguna manera, te sentías en casa, como si al levantar los ojos con una mano a su altura y desaparecer por un instante de ti misma en el horizonte inmensamente azul que se abría ante ti, siempre lo hubiera sido.
Lucía salió al balcón y se quedó mirando al mar apoyada con los codos en la vieja barandilla de hierro. La vista era realmente magnífica, desde allí se divisaba todo el Mediterráneo, parecía no tener fin, al este, norte y oeste agua, al sur el cabo de San José. Dejó escapar un suspiro, solamente podía pensar en como sería su nueva vida rodeada de todo aquel azur, siempre había querido vivir en un sitio así, ahora lo sabía, al principio de conocer la idea se había negado en rotundo, sus amigos, su casa, su familia, su ciudad... Madrid era algo que no cambiaría por nada, dijo... pero la sonrisa que se dibujaba en su rostro desmentía sus palabras.
La conoció esa misma mañana, solía ir allí a menudo, estaba enamorada del mar como tantos espíritus anclados en tierra. De vez en cuando se llevaba una mano al pelo que la brisa jugaba a despeinar, como si la hubiera presentido desvió la vista un instante hacia ella, más tarde pensaría que fue en aquel momento cuando perdió su corazón en sus manos, entonces sólo pudo sentir que rozaba el cielo al sentir sus ojos azules en los suyos. Se quedó un instante mirándola, era casi como si la hubiera estado esperando.
- Veo que has encontrado el faro por ti misma - una fresca voz sonó con el pelo alborotado - ¿esa sonrisa significa que te gusta?
- Siii... es... es sencillamente magnífico, nunca había visto el mar ¿sabes? - la miró directamente, parecía que las sorpresas allí nunca acabaran porque era la chica más guapa que había visto - mi tío me había hablado mucho de esto pero...
- ... no sabías si sería suficiente para dejar Madrid ¿verdad?... ... no me mires así, sabía que vendrías porque tu tío me lo dijo, eres la sobrina de Manuel; yo soy Eva, mis padres son pescadores y ayudo a tu tío con el faro... Tienes razón es magnífico.
Se miraron un intenso segundo a los ojos.
- Yo soy Lucía. Mmmm... ¿qué te parece si me enseñas tu el resto?
- Claro. Ven, daremos una vuelta por la playa.
- Vale. Aunque da lástima dejar esta vista... durante las noches tiene que ser aún más bonita, cuando se encienda y todo sean puntos de luz.
- Si... a mi me encanta, señora poeta, .
- ...
Bajaron por la escalera de caracol y Eva cerró la puerta pensando que parecían de la misma edad, unos 18 o 19 más o menos calculó a ojo, lo que si sabía es que le había caído muy bien, llevaba unos vaqueros desgastados y una camiseta de tirantes blanca, con el pelo negro largo. Se miraron de nuevo y se echó a reír.
- ¿Porqué me miras tanto? ... ¿te dijo mi tío que las madrileñas somos bichos de ciudad inadaptados a la costa? Tranquila, de momento no me he vuelto verde ni nada de eso...
- ... no, me preguntaba que edad tendrías.
- 18 ¿y tu?
- 19
Silencio.
- Creo que voy a estar aquí bastante tiempo esta vez, lo presiento. Mi padre ha conseguido un buen trabajo en el puerto.
- Siento lo de tu madre. Manuel me lo contó...tiene que ser duro para ti venir a una ciudad que no conoces, perder a tu madre en aquel accidente y casi no ver a tu padre.
- Si... lo es. Ahh, pero... ¿has visto que bien suenan las olas al romper en la orilla? Creo que me meteré con ropa y todo...
- Estás loca - dijo riéndose - eh!... espérame!
Eva echó a correr detrás de Lucía que ya tenía el agua hasta las rodillas y estaba quitándose la camiseta descubriendo un bikini celeste.....

Hasta el amanecer 2

 

 


Su habitación en casa de su tío era pequeña, con las paredes pintadas de la misma cal blanca del faro y cortinas estampadas de colores claros, tenía los muebles justos para que resultara cómoda y no faltara espacio, una cama, un armario y un escritorio de madera con una silla. La ventana daba al mar, se respiraba un agradable olor a salitre; sentada en el suelo, con la cabeza contra el filo del colchón, Lucía pensaba en la sonrisa de Eva. Y en sus ojos. Y en sus brazos, bronceados por el sol y llenos de pecas. Y en sus labios. Le gustaba; si, le gustaba mucho. Mucho. Demasiado... suspiró mirando al techo, desde esa

 

Hasta el amanecer 3

 

CAPITULO III

Sus reflejos se perdían varios nudos hacia el horizonte, en las puntas de la marea picada había chispas que se confundían con estrellas que se hubieran cansado de dormir el cosmos y quisieran jugar un rato con los enamorados para regalarse compitiendo con la luna. A lo lejos se solían ver los cargueros regresando a puerto, los grandes barcos de pasajeros, con sus tres pisos de camarotes y sus enormes chimeneas, puntos luminosos en la oscuridad bañados por el haz fugaz del faro y devueltos a la realidad unos instantes, justo cuando creías saber lo que estabas viendo, como en el amor, entonces la madrugada volvía a dejar caer su velo y el candil de la imaginación volvía a encenderse. A Eva le gustaba adivinar si la barca pesquera que echaba sus redes en la claridad de la luna despejada era la de su padre. Desde pequeña había vivido allí, respirando entre pescadores, redes, aprendiendo las señales en morse de los faros y creciendo entre algas y caracolas; muchas noches miraba a Lucía preguntándose si se quedaría lo suficiente para ver si le terminaba gustando tanto como a ella, o no.

Bajaron por el camino entre las rocas, con cuidado de no resbalarse, hasta la arena. Hacía un sol cegador esa mañana, Lucía hizo una visera con las manos y gritó:

- ¿Es aquí?

- Siii, espera, ya casi estamos, ahhh... esto está ardiendo, joer... ahh... tú te vas a quedar ciega pero yo me estoy quemando los pies...

- ...

- No le veo la gracia... - los brazos puestos en jarras le daban un aire irresistible para la risa de Lucía que echó un vistazo a su alrededor tratando de contenerse -.

- No parece que venga mucha gente por aquí - recogió una concha del suelo - está demasiado limpio, sin huellas ni señales del paso de vida turística.

- Ven, mira, es aquí. ¿Qué te parece?

La cala se abría hasta una zona con cuevas en las rocas y aguas transparentes, tanto como Lucía nunca imaginó que pudieran existir, se perfilaban los tonos rojos que el coral daba a las zonas que no estaban cubiertas de algas, la fina arena submarina surcada de pececillos y tranquilidad.

- Mmmm... es precioso. Es un sitio ideal...tranquilo, apartado, en buena compañía.

- Si, yo tampoco me quejo de la compañía - guiñó un ojo al tiempo que la salpicaba de agua - Voy a dentro ¿vienes?

- Si, ya voy.

- Vaaale.

Lucía se empezó a quitar la camiseta mientras intentaba desabrocharse los pantalones y dar saltitos sobre la arena para no quemarse ella también los pies, todo a la vez. También pensaba, corriendo hacia el rompeolas: Hoy, aquí, es el día, es el sitio ideal. Si... ¿lo entenderá? - un escalofrío recorrió su cuerpo al entrar en contacto con el agua - ... ayy... Dios... ¿realmente lo entenderá?... en todo el tiempo que llevo aquí no he salido con ningún chico, aparte de la sonrisa de turno en la presentación de turno no he dicho palabra, incluso creo que alguna vez me ha visto mirarla... Si, no le des más vueltas Lucía, está decidido, lo decidiste ayer oyendo a Ismael, la ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante recuerdas?... Si, pero eso fue ayer, jeje.

- Pero bueno, qué seria te has puesto - Eva la miraba divertida - ¿Sabes que estas más guapa cuando pones esa cara?

- ... qué dices. Anda, te hecho una carrera, vamos!!

Cuando volvieron a la orilla el cansancio se notaba en sus movimientos, habían dado la vuelta a toda la cala y habían buceado hasta la entrada de una cueva. Lucía tenía una caracola en la mano y le daba vueltas.

- ¿Sabes? en Madrid nunca vi una de éstas como no fuera de plástico, jamás pensé que esto fuera a gustarme tanto, el lugar, la gente... tú - una media sonrisa le iluminó la cara - Al principio no quería venir, era mucho lo que dejaba atrás, mis amigos, mi familia... alguien a quien no quería dejar allí y olvidar, ahora veo que habría sido un error, aquí he encontrado...

- Espera, Lucía, antes de que sigas quiero contarte algo, algo que no sabes. Por eso te he traído a este lugar, es... es importante para mí, mucho. Y creo que debes saberlo.

Desconcertada, Lucía asintió con la cabeza. No puede ser que lo haya adivinado... ahora me dice que ya lo sabe y me muero, me muero aquí mismo delante de ella.

- En estas dos semanas que llevas aquí lo he pasado genial, han sido... especiales, siento que si ahora mismo te fueras de aquí, tu padre decidiera cambiar de lugar, esto, esta playa, yo... ninguno volveríamos a ser como antes. Por eso quiero ser sincera contigo, sé que vas a entender lo que te diga... y - ahogó una risita - me hace ilusión que así sea, que sea a ti a quien se lo diga.

Tragó saliva y le sonrió también, el pelo en los brazos se le había puesto de punta, el corazón le latía a cien por hora, pensaba que como no hablara pronto tendrían que reanimarla.

- Claro, dime

- Lucía... yo... soy lesbiana. Y estoy enamorada de alguien. Y por favor no te desmayes aquí.

- Eva... - las palabras yo también luchaban por salir de su boca pero se le atragantaban en los labios -.

- Bien, sigues ahí, uff... Lucía, Lucía, ¿conoces a Marta? la chica de la panadería... tal vez... tal vez empecemos a salir.

De repente supo lo que se sentía cuando se le helaba a una la sangre, así, de golpe, de hecho antes de pensar que ojalá se la tragara la tierra llegó a preguntarse si la temperatura no habría bajado al menos 20 grados.

- Lucía ¿hola?... - esa media sonrisa que le daba ese atractivo tan irresistible - ¿lo entiendes, verdad? por eso los chicos del pueblo sólo querían conocerte a ti, tú eres guapa, y simpática, y conmigo lo tienen todo perdido. A Marta tampoco la dejan... es increíble que se haya fijado en mi. Bien, parece que te vas recobrando, en un par de días, con dos pastillas de esto y tres de aquello se encontrará totalmente restablecida, señorita, - fue un alivio reírse de nuevo - En serio, quería decírtelo porque eres mi amiga, la mejor que tengo y que he tenido.

- Gracias.

Tenía un nudo en la garganta, quería escapar, llorar, tirarse encima de la cama y olvidar que allí fuera había algo llamado mundo, quería gritar al aire porqué narices se sentía tan imbécil.

- Sabes que puedes contarme lo que quieras... y lo entiendo, el amor no depende del sexo de la otra persona, es del alma de quien nos enamoramos.

Eva respiró profundamente, su cara estaba radiante de alivio.

- Siii... muacksss - le estampó un beso en la mejilla - ¿qué hora es?, tengo que ir a mi casa, ost... nos vemos esta tarde!

Y echó a correr como si le persiguiera alguien.

- Si - notaba el calor y la humedad del beso en la mejilla- si... corre, oh Dios.

  

 

 

Hasta el amanecer 4

 
CAPITULO IV

,- Estás muy seria, Lucía. ¿No te han llegado las cartas del novio?
- Vale ya, Luis. Déjala - dudó un instante - ¿estás bien Lucía?
- Si, estupendamente Marta - encima es amable, pensó Lucía consternada, y guapa, tiene buen gusto.
- Ehhh!... anda que esperáis.
- ... César, para variar, como nunca el último. Ya nos íbamos, sabes?
- Joer, Eva, si es que nunca me decís a donde vais hasta que ya estáis en camino, así no hay forma.
- ¿Pero tú has mirado hoy el almanaque, tonto? Dime qué día es hoy.
- ¿Hoy? pues...
- San Juan. San Juan!!...
Lucía no pudo evitar ver la mirada cómplice que unió por un momento los ojos de Eva y Marta.
- Ostias, es verdad.
- Claroo, hombre, nos vamos de hogueras, ¿verdad que sí Lucía? Lucía... ¿Lucía?... tierra llamando a Lucía, tierra...
- Si, Luis, claro. Es lo más bonito de San Juan ¿no?. Las hogueras, sólo que este año no tengo libros ni apuntes que quemar - esbozó una mueca irónica -.
- ¿Tú nunca has visto las hogueras en la playa, verdad?
Parecía que a Marta le había caído simpática, era increíble lo que hablaba en una tarde esa niña, y cada roce ¿casual? que le daba a la pierna o al brazo de Eva se le clavaba en el alma.
- Esta noche las verás, ella - señalando a Eva - lo tiene todo preparado, su padre le ha dado algunas redes viejas y él - señalando a César - traerá trast... digo muebles viejos de su casa... Va a ser una noche única.
Otra vez la mirada. Lucía se alejó ligeramente del grupo y empezó a caminar hacia la acera que estaba más cerca del mar.
- Lucía ¿dónde vas?
- Déjala, ya se le pasará, parece que necesita aire.
- ¿Y tú qué sabes de mujeres César? Eh, Lucía, Lucía!
- Este Luis... - Marta pensativa se giró hacia Eva - tú que la conoces mejor que nadie ve, anda, y quítale a ese pesao de encima.
El fuego sobre el mar era tan perfecto que alguien podía haber pensado que las llamas le estaban haciendo el amor a las olas; las ramas y los muebles crepitaban compitiendo con el rumor de la espuma que venía a morir a la orilla, las chispas saltaban jugando con el aire que llamaba a la brisa del sur para gritar al viento, al mundo, a las estrellas, que ellos eran los jóvenes, los de las miradas fugaces, los de la vida en un puño, y lo sabían. Aquellas llamas sólo propagaban una verdad, el presente es tuyo ¿puedes sentirlo?
- ¿Quién me ha pedido un Martini? - gritaba César a pleno pulmón.
- Yo! Y dame otro para Jesús
- Que sean dos.
- A ver cómo suena esto... - Marta fue a agarrar a Eva de la cintura.
"¿Yo quiero bailar, toda la noche...?"
El calor de las hogueras se iba uniendo, poco a poco, con el de la gente del pueblo que llegaba, bailando, saltando, besándose...
Lucía consintió en bailar con Luis que ya no sabía qué hacer para llamar su atención.
- SEEE QUE CUANDO LLEGA EL CALOR LOS CHICOS SE ENAMORAN... ES LA BRISA Y EL SOLLLL... ACÉRCATE, VEN, MI DESEO TE CONFESAREEEEEE...
- Luis!! Que va a llover...:D...
- Ayy... si es que no me entienden, Lucía... YO QUIERO BAILAR T... ¿Dónde está Marta? ¿no estaba antes aquí?
- No... no sé, la última vez que la vi estaba poniendo música con Eva.
- Búscala, anda, que ya casi son las 12 y tú te conoces la zona y donde suele ir Eva.
- Ummm...
- Andaaa... como no vayas pronto empezaré a comerte a besos.
- Estás loco...
- Si, loco por ti.
- ... anda, voy. Además, va a llover.
Consiguió soltarse de él y esquivar a dos o tres parejas que corrían al mar. Pasó junto a las últimas hogueras y se le ocurrió ir hasta la casa de Eva. Las luces estaban apagadas, a través de los cristales sólo se veía oscuridad adivinándose las siluetas de los muebles, la puerta también estaba cerrada. ¿Dónde se habrán metido?, pensó, se acercó a la esquina que quedaba oculta a la playa de cara a las rocas, mientas volvía la esquina un pensamiento fugazmente inquietante cruzó su mente ¿qué estaba haciendo ella allí?... Recorrió la pared blanca con la mano, manchándose de cal, y se quedó parada de golpe. Eva tenía cogida a Marta por la cintura y ésta pasaba los brazos sobre su cuello a la vez que la besaba profunda y firmemente.
Lucía se sintió morir. Nada que hubiera visto se le habría afilado tanto en el alma como aquello, quería irse, echar a correr de allí inmediatamente, pero tenía los pies clavados al suelo y los ojos fijos en los labios entreabiertos de Eva.
Como si presintiera algo abrió los ojos, inconscientemente aumentó la presión sobre las caderas de Marta de forma que ésta, extrañada, también abrió los ojos separándose un poco de ella.
- ¿Qué...?
No quería hogueras, no quería baños a medianoche, sólo quería que la lluvia que caía sobre sus hombros se fundiera con sus lágrimas, así sabrían menos a sal menos a sí mismas. Había dejado de correr, caminaba sin rumbo fijo, sentía como si dentro de ella se hubiera roto algo, una ilusión, una esperanza. No podía quitarse aquella imagen de la cabeza, había soñado tantas veces esa misma escena con ellas dos, sintiendo los labios de Eva sobre los suyos, sus manos recorriendo su cuerpo, sus contornos, sus curvas... sintiendo la pasión que ahora la ahogaba brotando de su boca a la suya, llenando sus sentidos del deseo que la volvía loca. La llave le temblaba en los dedos, las gotas empapaban la acera y la cerradura se le escapaba una y otra vez, cerró los ojos contra la puerta y asió fuertemente el picaporte mientras volvía a intentarlo. Chas, el chasquido la introdujo en las sombras de la casa que dijeron adiós a las luces de la calle. Se sentó de cara a la ventana, a lo lejos se escuchaba I need you tonight de INXS; ¿por qué? Se preguntó, ¿por qué?... Dios, la quería, la quería con toda su alma, sería capaz de dar la vida por ella... quería morirse, quería vivir para enamorarla, la odiaba por no darse cuenta de nada, la amaba por ser el amor de su vida. Las últimas gotas de lluvia mojaron los cristales, hacían reflejos a la luz de la luna, ¿pensará en mí alguna vez?... las 12 en el reloj sonaron, había salido el arco iris, creyó en la magia, aquella noche creyó, después de todo, en la magia, elevó sus sueños allí donde los deseos se confunden con el azul del cielo y creyó en el poder de la fe; miró al arco iris y se quedó un rato así, la mirada en las estrellas, el alma en los labios.

 

Hasta el amanecer 5

 



CAPITULO V

 

Hasta el amanecer 6


CAPITULO VI

- No te entiendo, de verdad que no te entiendo ¿y sabes qué? no me gusta nada no entenderte.
Marta la miraba echando chispas por los ojos, la voz quebrada por los nervios; tenía en la mano derecha un cigarro, el penúltimo del paquete, al que no paraba de dar vueltas sin decidirse a encenderlo.
- No me quieres.
- Marta, déjame exp...
- No, Eva, déjame que te lo explique yo a ti, desde que llegó has cambiado, no me preguntes cómo pero lo has hecho, y yo me enamoré de alguien que no le tiraba los tejos a ninguna madrileña.
- De qué me estás hablando.
- Ya te lo he dicho no me quieres, y ahora creo que nunca lo hiciste, si me quisieras ni siquiera te habrías planteado la respuesta.
- Marta por favor, sabes que ha sido un mes genial, lo sabes; pero... no, no puedes pedirme eso, no... y si, esa es mi respuesta, este no es el momento de que me vaya a vivir contigo. Lo siento.
- ¿Por qué? ¿eh? Dime por qué... se supone que lo soy todo para ti, se supone que sólo piensas en mi, se supone que yo soy tu novia y no ella, joder, y a veces piensas más en ella que en mi. Si no es ahora el momento dime entonces cuál es, no tienes obligaciones, no tienes nada que te ate aquí que no puedas tener allí, en la capital, conmigo... ¿no te importa estar allí conmigo? ¿dormir junto a mí?... Manuel ahora la tiene a ella pero creo que eso es precisamente lo que no quieres perder.
- Tal vez... tal vez haya más cosas que me aten de las que yo creía, ¿y tu? ¿por qué no esperas?
- ¿Qué espere a qué? ¿a que te declares y te diga que si y me dejes?
- ¿Y si crees eso por qué no me dejas tú? Porque Marta, me haces preguntas que no sé contestar.
- Por qué no te dices a ti misma la verdad de una vez, por qué no me la dices a mi.
- ¿Qué verdad? Siempre te he dicho la verdad.
- Que la quieres, que estás enamorada de ella, que no te atreves a estarlo porque ella no es lesbiana, que no tienes el valor suficiente para aceptarlo.
Eva no sabía qué decir, tal vez todo lo que se podía haber dicho lo acababa de decir ella. Porqué no acababa de aceptar que su amor por Lucía era imposible... quizás lo mejor fuera acabar con esa situación, al menos así nadie sufriría mas que ella... pero no podía, no podía dejar de pensar en ella.
- Dímelo Eva, dímelo, dime que no la quieres.
La miró a los ojos, la miró largamente y hizo un gesto de asentimiento para sí misma con la cabeza.
- No puedo.
- Lo sabía.
- Es mejor que lo dejemos, es mejor... era eso lo que querías oír ¿verdad?... lo siento, lo siento Marta, lo siento. Es mi puta manía de perseguir imposibles... lo siento.
- Eres la persona por la que hubiera dado todo, pero como tú dices ya lo he oído. Ahora sólo me queda una cosa por hacer antes de irme.
Y dicho esto se dirigió a la playa.
- Marta!!...
Lucía estaba en el sitio donde esperaba encontrarla.
- Hola Marta, ¿qu...
Paf!! sin mediar palabra le pegó un tortazo en la cara.
- ¿Te has vuelto loca? - dijo llevándose una mano a la mejilla dolorida - ¿se puede saber que coño te pasa?
- Pregúntaselo a ella, seguro que te lo sabe explicar muy bien.
- Lucía! ¿estás bien?
- Si, ¿qué ha pasado? ¿por qué narices me pegas? - volvió a girarse hacia Marta.
- Mañana me voy, me voy a la capital, me voy y ella se queda, aquí, contigo.
- ¿Quéee...?
- Según ella tiene la puta manía de ir detrás de imposibles... y también la puta manía de olvidarse de decirlo.
- Mira, no sé de qué me estás hablando pero no le hables así ¿me oyes?, y menos tú.
- Ja... no sabes lo que dices.
- Sé lo que digo, no tienes derecho.
- Te duele que sea yo quien controle la situación por primera vez desde que llegaste.
- Me duele que te escondas en ella para pegarme a mí. Hazlo, repítelo, vamos, pero no la metas.
- Lucía, tu no entiendes... - Eva no sabía si seguir hablando o quedarse callada, no sabía cuánto tiempo soportaría aquella situación, la que hasta hace 10 minutos era su novia frente a su amor imposible y ella en medio. Hubiera querido gritar, apartar a la una y besar a la otra; pero de momento seguía de pie, mirando la escena que nunca pudo imaginar -.
- Claro, precisamente ése es el problema, que no entiendes. Pero yo me voy, aquí os quedáis. Agur.
Empezó a dar media vuelta pero la sujetó por un brazo.- Déjame.
- No.
- Suéltame.
- No.
- ¿Por qué, por qué lo haces? ¿por qué coño la defiendes? si no fuera por ella yo no habría venido aquí esta tarde.
- Si, es verdad Lucía, toda la culpa de lo que os pasa a las dos es mía, toda... yo... ojalá pudiera explicártelo.
Lucía soltó a Marta, se apartó ligeramente de las dos y después de echar un vistazo a su derecha miró fijamente a los ojos de Eva.
- Porque te quiero. Porque te quiero con toda mi alma. Y se fue por el camino que salía de la playa hacia la carretera.
Eva echó a correr detrás suyo dejando a Marta cruzada de brazos, totalmente ausente; era como si aquellas palabras acabaran de despertarla de un sueño.
- Lucía!!!... Lucía!
Casi al borde de caerse la alcanzó y con fuerza la hizo darse la vuelta comprobando que lloraba igual que ella.
- Lucía... oh Dios, Lucía... - empezó a tocarle los brazos, a acariciarle la cara en una mezcla de pasión desesperada y infinita ternura, a acercarse hasta que sus respiraciones fueron la misma al compás de sus dos cuerpos pegados - Te quiero, te quiero, te quiero...
Lucía le pasó los brazos por las espalda hasta la cintura y empezó a cubrirle el cuello de besos, breves, apasionados, intensos... subiendo por su piel como la lluvia encendida por el fuego, llenando su mejilla, sus ojos, la comisura de su boca de cálidos besos en torrente... cerró los ojos y cuando unió sus labios a los suyos sintió que algo de su alma subía hasta el cielo, interminablemente profundo, interminablemente azul, sujeto por esa magia que sólo tiene los sueños cuando al fin se cumplen, su lengua, sus labios, su saliva, dejaron de pertenecer a sus propios cuerpos para llegarles en un único deseo a un único corazón. En aquel momento sólo existió el amor, Eva y Lucía.

 

HASTA EL AMANECER 7


CAPITULO VII

Los días pasaban rápidos, Agosto asomó entre los tejados del pueblo y las noches empezaron a alargarse mientras las tardes tenían un color dorado y las paredes acababan de blanquearse. Lucía y Eva no se separaban ni un instante, las calles silenciosas del pueblo las veían cogerse de la mano, las olas del mar las sumergían en besos y en caricias, en tardes enteras tumbadas contra la arena, en lugares apartados abrazándose, pensando a cada minuto en su sonrisa, en su pelo, mirándose, mirándose sin palabras y escogiendo tantos te quieros como estrellas. En medio de la noche la pregunta surgió, libre, en un susurro: ¿quieres hacer el amor conmigo?, la respuesta fue un beso largo e intenso y una mirada brillante y soñadora; si. Y subieron al faro, entre la oscuridad callada y las luces lejanas se desvistieron, se abrazaron y se tumbaron, una sobre la otra, las dos en un sólo cuerpo y un sólo sentimiento. Se amaron y sintieron que aquellas manos, aquella piel serían eternas y que estaban elevando en sus almas, en sus gemidos, algo que ni el tiempo podría cambiar porque en sus ojos, los unos dentro de los otros, habían creído en un sueño, habían creído que podrían hacerlo realidad. Se habían convertido en ángeles.

 

 
-------------------------

Eva se levantó, sus lágrimas se habían perdido con la marea y el recuerdo, tan cerca y a la vez tan lejos, le dolía en todos los rincones, en todas las emociones que podía sentir su corazón. Recordaba a Lucía diciéndole que su padre había perdido el trabajo y que se marchaban a Alicante, palabras que aún sonaban en su cabeza.
- No me olvidarás ¿verdad?, no me olvidarás.
- No, claro que no, Lucía, Lucía, te amo.
- Vendré, volveré, te lo prometo; conseguiré dinero y me quedaré contigo.
- Te esperaría toda la vida si hiciera falta.
- Te quiero, Eva.
- Te amo.
Todavía sentía sus besos... Suspiró. No habían pasado ni 7 días y ya la echaba insoportablemente de menos, sabía que no podía vivir sin ella, esa era la verdad más grande que había poseído jamás.
Echó a andar hacia su casa cuando una voz la llamó.
- Eva.
- .......Lucía!!!
Se abrazaron y pensó que debía estar soñando, dormida, en su cama, o haberse vuelto loca porque aquello no podía ser posible.
- ¿Qué h....?
- No, no podía, no. Le he dicho la verdad a mi padre, no podía irme porque te quiero, porque mi vida está aquí contigo, no podía dejarte. Mi vida eres tú.
- No me lo puedo creer ¿se lo has dicho?..... y te quedas... Lucía, Lucía, amor....
- Te quiero Eva, te amo...y nada, nada de este mundo podría separarme de ti.
Se volvieron a abrazar y por aquel beso, pensó Eva, valía toda su vida, toda la que había vivido y la que viviría con ella. Había algo capaz de cambiar el destino, pensó, el amor.
Y se alejaron por la playa, con la luna a la espalda reflejándose en el mar hasta el amanecer.

 

MENTIRAS  



 

TENGO UNA ESPINA CLAVADA EN MI CORAZON

 

 

MOMENTO DE SILVINA

 



Mi amante y yo


 

 

 

MOMENTO DE CLAUDIA

 



 

 

MOMENTO DE MUJERES

 



 

Trabajo de recepcionista de un hotel doce horas por día turno noche. Es un lugar muy transitado, por ende, estoy todo el día relacionándome con gente de todas partes del mundo.

 

Ese día (10 de agosto), no eran más de las 23 horas, tuve que ir al décimo piso para retirar unos papeles de un pasajero. Los pasillos estaban desolados, todo estaba demasiado tranquilo. El ascensor llega a su destino, se abren las puertas y miro hacia ambos lados del pasillo. Voy a reconocer que tenía un poco de miedo ya que el hotel estaba casi vacío.

Caminé hasta la esquina del pasillo y me asomo silenciosamente para revisar si había alguien por ahí. De repente, veo a dos chicas apoyadas sobre el marco de la puerta de una habitación. Recordé automáticamente que esas muchachas eran de Londres y estaban de vacaciones por quince días en nuestro país.

Me quedé más tranquila al ver que estaba acompañada. Pero ellas no se percataron de mi presencia.

Seguí caminando hasta el final y me quedé asombradísima al ver algo raro (para mí)...¡¡eran dos mujeres besándose!!.

No lo podía creer. Pero ocurrió algo que nunca pensé que iba a pasar, en ningún momento corrí la mirada.

Me encantó observarlas. Sentí que quería unirme a ese beso. Era muy dulce.

Ellas no sabían que yo estaba mirándolas.

Hasta que volví al ascensor y retomé mi trabajo.

Estuve un rato largo en conflicto conmigo misma ya que no podía creer lo que había visto. Estaba muy alterada por todo lo ocurrido. Sentía que tenía que probar esa sensación, pero no sabía por donde empezar.

Unas horas más tardes (creo que eran como las 4 de la mañana), siento que se abre el ascensor y baja una de las chicas que había visto besándose en el pasillo. Mientras que ella iba acercándose, mis piernas temblaban como locas. Me preguntó si tenía alguna toalla de más para facilitarle (obviamente todo en inglés), y se me ocurrió decirle que yo se la alcanzaba hasta la habitación. Me agradeció mucho y unos minutos después yo ya estaba golpeando la puerta para entregarle la toalla. Tenían una habitación para cada una.

Sentí un grito lejano que me pedía que entrara que estaba abierto, y yo ni dudé en hacerlo. Miré para todos lados y me di cuenta que no había nadie dentro. De pronto siento un: - Here!. Sale una hermosa rubia del baño agradeciéndome por las toallas.

Eran muy bellas las dos. Pelos largos, ojos claros, pieles blancas. ¡¡Muy

bonitas!!.

Me despedí y al tratar de cruzar la puerta, siento una mano sobre mi hombro que me impedía el paso. Me di vuelta y la vi a esta muchacha enfrentada con tan solo unos centímetros de separación.

Volví a temblar como una loca. Su mano había empezado a subir por mi cuello hasta tomarlo por completo y empujarlo hasta ya no tener separación, cuerpo con cuerpo. Su boca se acercó hasta mis labios y su lengua empezó a bailar dentro de mi boca. Me quedé paralizada, nunca había sentido algo igual, parecía como que me iba a venir un orgasmo en cualquier momento.

Sentía un placer que es muy difícil de explicar en este relato.

Besaba mejor que cualquier hombre con el que haya estado anteriormente.

Los nervios se me empezaron a aflojar y abracé a esa mujer hasta apretarla fuertemente. Seguíamos tranzando (besándonos) descontroladamente y nuestros cuerpos se frotaban sin miedo ya.

Ella empezó a quitar mi blusa blanca de trabajo y manoseó mis senos hasta dejarlos bien duros. Sacó mi pollera negra y me tiró en la cama de la habitación. Con sus dientes bajó mi braga y cuando me quise acordar, ella ya estaba desnuda.

Me besaba como un animal salvaje, eso me encantó muchísimo. No paraba de masajearme los pechos. Yo estaba que ardía. Me entregué por completo.

Su lengua empezó a bajar por mi cuello, me chupeteó bien las tetas y siguió bajando por mi abdomen hasta llegar a mi concha que ya estaba empapada de tanto placer. Me mojó bien con su saliva y me abrió de piernas. Ella también abrió sus piernas y apoyo su linda almejita bien depilada sobre la mía.

La refregó hasta gritar como un animal. Yo no puedo explicar lo que sentía, fue algo hermoso.

Luego se acercó hacia mi boca nuevamente y empezó a besarme, pero muy suavemente. Me encantaba que me besara. No quería que terminara más.

Pero el deber me llamaba. Yo estaba en horas de trabajo y no podía darme el lujo de estar más tiempo fuera de mi puesto. Entonces la saludé y me retiré.

No sabía su nombre ni su edad, no sabía nada de ella. Pero no me interesaba mucho igualmente. Lo único que me importaba era el momento de pasión y placer que me había hecho pasar esa hermosa mujer.

Volví a la recepción del hotel (había estado ausente por dos horas), tomé un café, me relajé y recordé todo lo ocurrido. ¡¡No lo podía creer!!.

Las chicas se quedaron dos semanas en el hotel y yo seguí mi vida como siempre... pero todas las noches, a las 4 de la madrugada, durante esas dos semanas, daba mi vuelta por ese pasillo del piso décimo y me reencontraba con ese sueño de woman.

Ese 10 de agosto tuve mi primera experiencia con una mujer que duró dos semanas. Fueron alucinantes. Fue la última también.

Pienso que ahora mi vida dio un vuelco muy grande, ya que mi preferencia

sexual cambió absolutamente.

 

 

 

LA HISTORIA DE  VANESSA

 

 

Era un sábado, llegue temprano a mi trabajo como de costumbre, estaba tan concentrada en lo que hacia, cuando de la recepción me pasaron una llamada telefónica, se identifico como una amiga, así que decidí aceptarla :

- hola, habla Vanesa???

- Si, ella habla, con quien tengo el gusto?

- Soy una amiga, que quiere abrirte los ojos

- Y eso!!!!!!!!

- Sabes con quien estuvo Fabiola anoche

- Si, con un grupo de compañeros trabajando hasta tarde, porque ?

- NO..... te equivocas ella estuvo conmigo,..... me encanta como hace el amor

Un profundo silencio por ambas partes, hasta que reaccione y le dije:

- Quien habla, quien eres, porque me dices todo eso.

- te lo dije, solo quiero hacer un bien y colgó.

No sabia que pasaba, quien era esa chica, porque me llamaba, como sabia mi teléfono, eran tantas preguntas y nadie quien las contestara, me quede en mi escritorio pensando en todo eso, cuando mi móvil sonó, halo, hola mi amor me dijeron al otro lado, ah hola, te siento seria me dijo, no.......es que estoy un poco atrasada con un pedido, es por eso que me oyes así. No quería decirle nada todavía, necesitaba pensar un poco, despejar mi mente, sentía en ese momento rabia, rencor y también pensaba que quizás podría ser una broma de mal gusto. En fin, entonces saldrás a las 12.00 m. Me pregunto, ah si, llegare a almorzar contigo a tu casa, así quedamos bye, chao le dije.

 

****************

 

 

Toque el timbre de su casa y salió su abuelita, pues con ella vivía Fabiola, pues sus padres están en los Estados Unidos y ella la ha criado desde pequeña, pasa me dijo como has estado Vanesa, muy bien mamá Lena y usted que tal......ah yo muy bien, aquí lidiando con Fabiola, jejeje tu sabes como es de rebelde, me dijo.........si ya lo creo. respondí.

Ahí estaba sentada ella, en su sofá favorito viendo la TV, se veía bien con su shorts y su camiseta, cuando me vio se levanto como estas mi amor? Bien y tu, aquí esperándote, me sentía extraña junta a ella, no sabia si reclamarle o ser normal, decidí por lo segundo.

Pasamos al comedor, estábamos almorzando y me dijo que tenia ganas de ir a bailar ese día con unas amigas, que si yo tenia ganas, le dije que si, que iría a mi casa me arreglaría y que pasara por mi a las 8:00 p.m. así fueron las cosas.

Nos reunimos en la discoteca con unas amigas, la verdad la pasamos muy bien, llegamos a su casa como a las 3:00 a.m. esa noche la pase con ella, cuando nos íbamos a acostar fue que le conté lo sucedido.

Quiero contarte algo muy serio le dije, si dime mi amor, hoy por la mañana una chica me llamo al trabajo y me dijo que andabas con ella, que me eras infiel........ es poco decir piedra de cómo se puso, se me quedo viendo con los ojos al máximo, que sucede te sorprende que ya sepa todo le dije ya enfadada.

No te creo me dijo, no tengo porque inventar todo esto, a de ser alguna broma de nuestras amigas, no me engañes más por favor si es así prefiero saberlo dímelo.......

Tengo ganas de hacer el amor, me dijo cambiando el tema rápidamente, queeeeeeeee, te has vuelto loca, te estoy preguntando algo muy serio y tu me sales con eso, te lo juro tengo ganas de estar contigo, por favor, te juro que después te contare la verdad........ estaba muy enojada pero realmente quería que me contara la verdad. Así que acepte, algo muy sincero que sale de mi corazón decirles, no hay cosa mas fea que estar con alguien y no querer sentir a esa persona, me repugnaba el pensar que quizás un día antes había estado con ella, que todo lo que me hacia a mi se lo había hecho a ella, en fin hicimos el amor por un largo rato hasta que se sacio. Casi no disimule cuando se levanto al baño. Ya........ me contaras la verdad, tenia la leve esperanza que todo fuera una broma, tan interesadas estas en saberla........si le dije.

Tengo mucho sueño te la contare mañana al levantarnos, no, no es justo me mentiste, la verdad tengo sueño amor hablamos mañana, se acostó y se durmió fresca como una lechuga...............Yo sentía ganas de matarla, tantas largas era por algo, toda la madrugada no pude cerrar un ojo, pensando tantas cosas.

No eran ni las 6:00 a.m. cuando la desperté la intriga me mataba, Fabi, Fabi, a que... que.... ya no puedo seguir esperando necesito que hablemos, por favor no tengas miedo de sincerarte conmigo, yo te prometo no hacer ningún escándalo y mucho menos contarle a tu familia, pero ya es tiempo que me digas que esta pasando.

Esta bien, se que esto ya no se puedo ocultar, si, si estoy saliendo con una persona, la conozco?????? Si, quien es.......silencio.......Marielos me quede helada, es una amiga de ambas, muy cercana se podría decir que confidente de ambas, no lo podía creer, sentí que el mundo se me vino encima, me puso a llorar como un bebe, Fabiola trataba de consolarme y de justificarse diciéndome que era ella quien le insistía, que le decía que la amaba, yo no podía decir palabra alguna, me sentía frustrada, engañada por la persona que mas he amado en el mundo, pues yo descubrí que era lesbiana con ella, y ha sido la única mujer en mi vida. Le pregunte cuanto tiempo tenían de estarse viendo a mis espaldas y me dijo que como 3 meses, como pudiste ser capaz, me levante de la cama, casi desmayada del dolor, me fui al baño, llore y llore, ella tocaba la puerta y me decía que la perdonara, pero no podía comprenderlo, realmente pensé que el amor entre mujeres era distinto, pensé que realmente me amaba. No se cuanto tiempo pase encerrada en el baño, hasta que se me secaron las lagrimas quizás.

Salí con mis ojos hinchados de tanto llorar, no se que le inspire en ese momento, ternura, lastima, culpabilidad, no se, solamente vi sus rodillas doblarse frente a mi llorar y decirme que era una tonta, que no llorara más por ella. Solamente yo sabia el dolor que sentía.

Le dije que no quería estar más en su casa, me vestí y salí de su casa, ella tras de mi, le suplique déjame ir, necesito pensar, aclarar mis ideas, se quedo parada sintiendo la frialdad en mis palabras, no podía sentir menos.

Pasaron dos días me llamaba al trabajo, a la casa, al móvil yo no contestaba, estaba muy dolida y lo que menos quería era escuchar sus justificaciones, creo que no existe excusa alguna para una infidelidad. Me entere por una amiga cercana, que Fabiola había ido a casa de Marielos a reclamarle el porque de su llamada, al parecer Fabiola un día antes que Marielos me llamara la había dejado, ella la amenazo con llamarme y contarme todo, cosa que Fabiola no creyó, y siempre la dejo. Arriesgándose a que ella me llamara y me contara todo, al parecer Fabiola no la soportaba pues dicen que ella era muy posesiva, celosa y le decía que me dejara para estar ellas dos solas, cosa que Fabi jamás iba hacer.

Más grande fue la sorpresa de Fabiola cuando esa chica si me llamo. Faltaban 2 semanas para que yo viajara, nuestros planes eran yo irme primero y luego ella, pero con esto, no se que sucedería, pues no creía absolutamente nada de ese cuento que me habían dicho. Marielos en su vida me ha dado la cara, ni si quiera por mail para darme una explicación, yo me vine para Suecia, sin haber resuelto nada, Fabiola aún me escribe pidiéndome perdón, diciéndome que ha cambiado y que nunca lo volverá hacer, pero yo no puedo creerle, algunas personas me dicen que quien lo hace una lo hace dos, de lo sucedido ya pasaron 7 meses y aun me duele como si hubiera sido ayer.

 

LA HISTORIA DE ROSARIO

 

Hola. Me llamo Rosario, y voy a intentar contarles una historia. La historia de cómo, algo tan insignificante como una sala de chat cambió mi vida. Si bien en la escuela me enseñaron el abecedario, a conjugar los verbos y en definitiva a armar frases y párrafos que tuvieran un contenido coherente, eso no quiere decir que realmente sepa escribir, así que espero que sepan disculpar si en algún momento mi historia se vuelve un poco densa, o quizá recargada de descripciones o por el contrario le faltan cosas para hacerla más clara e interesante.

 

 

Tengo 20 años, y esta historia comienza unos 4 años atrás, así que por aquel entonces tenía 16. Era una chiquilina muy introvertida, pero con un grupo grande de amigas, chicas que había conocido en el liceo. Ese año había entrado en el preparatorio científico, con el cual me había separado un poco de muchas de esas amigas por las distintas orientaciones que tomamos, y en particular me estaba sintiendo un poco desplazada por una amiga, a la que llamaré Juanita González, supongo que ese nombre es lo suficientemente genérico...

 

Me conectaba a Internet muy seguido, de nochecita. Una de esas noches me encontraba chateando en el canal Uruguay en IRC, cuando alguien con un nombre bastante particular, "chica-bi", me envió un mensaje. Pensé un poco si responderle o no, me dije quién sabe en qué me meto, pero rápidamente comenzamos a hablar. Me hizo cuestionarme, algo que hasta ese momento no me había animado a hacer. Me hizo preguntarme si no tenía curiosidad, si no había alguna chica que me gustara...y me di cuenta que lo que sucedía con Juanita era que realmente me gustaba.

 

Así comenzó una época, en que al tiempo que iba aprendiendo y leyendo cuanta cosa (cuentos, artículos, sexualidad o lo que fuera) encontraba en Internet sobre lesbianismo o bisexualidad también me lamentaba y hasta lloraba porque no sabía cómo decirle a Juanita lo que sucedía. Juanita para peor muchas veces me tomaba el pelo (o me lo había tomado hacía un tiempo) con cosas como "dormimos en la misma cama cuando nos vayamos de vacaciones" entre otras. Según mi novia, Juanita es una histérica a quien le gusta que todo el mundo esté embobado con ella, pero que no se engancha con nadie.. es posible que Q (evidentemente mi novia no se llama así, pero en una época se conectaba a Internet con ese apodo, así que supongo que está bien decirle así) tenga algo de razón.. yo particularmente creo que es una "hacedora de lesbianas", si es que ese término existe. De todas formas hoy en día Juanita conoce a Q, y mi relación con ella no ha cambiado por mi orientación sexual, seguimos siendo muy amigas.

 

Solía entrar a los salones de chat de "El Sitio", y ahí fue donde conocí a Q. Al entrar a una de estas salas, toda mujer con la que hablaba preguntaba si era lesbiana o bisexual, a lo cual yo respondía que no sabía, que entraba ahí para que me contaran cosas sobre cómo se sentían cuando se dieron cuenta que les atraían las chicas. Mi respuesta no resultaba interesante a la mayoría de estas chicas, era algo así como ir a un baile y cuando alguien te invita a bailar decís que no porque en realidad no sabes muy bien qué es lo que estás haciendo ahí. De todas formas, mi respuesta resultó interesante a Q, probablemente porque a ella le sucedía lo mismo también.

 

Yo tenía ICQ, pero Q me había dicho que no tenía, por lo que me olvidé rápidamente de ella. Hasta que un día, me llegó un mensaje de alguien que no conocía a mi ICQ. Era Q, tenía otro nombre, y por suerte había dado con mi dirección de ICQ buscándome por mis características. Las casualidades existen, no digo que no, pero mirándolo de lejos, lo que pasó no creo que lo haya sido. Ella buscó, y pensaba llamar solamente a la primera Rosario(o quizás me buscó por mi nick, no lo recuerdo bien) que tuviera mi edad y que estuviera conectada en ese momento, si es que había alguna.. y esa era yo. ¿Cuál era la probabilidad de que eso ocurriera?

 

Hablamos varios meses con Q vía ICQ, siempre sin conocernos, ni siquiera la voz, pese a que vivíamos en Montevideo, que es una ciudad chica, y solamente a unos 15 kms. de distancia. Es claro que chateando más de una hora todos los días, llegamos a conocernos como si fuésemos amigas de toda la vida. Me gustaba muchísimo hablar con ella, y hasta la extrañaba si un día no me conectaba. Nos enviamos fotos nuestras, realmente no podía saber si ella me gustaba, porque me había enviado una foto en la que tendría ocho años..

 

Finalmente empecé a insistir para conocerle la voz. Y por suerte un día me dejó llamarla. Estaba tan nerviosa que hablé sin parar en una especie de monólogo o chorrada de palabras que realmente no sé si tenían demasiado sentido durante 15 minutos. El caso es que a ella le gustó mi voz, y a mi me encantó la suya. Con mi curiosidad un poco más saciada, seguimos chateando por ICQ, yo seguía "enamorada" de Juanita, y se lo decía a Q, que en ese momento no era más que una amiga (a ella también le gustaba una conocida suya), pero algo iba sucediendo.

 

En ese momento a su vez, mi padre había decidido poner un negocio, Montevideo es chico, cuando lo dije hace un rato, no lo dije en broma. El local estaba justamente a 2 cuadras de la casa de Q.. Aún así, seguíamos sin conocernos. Yo iba siempre al local a ayudar a mi padre, y cuando caminaba por la zona, lo hacía pensando, ¿cuál será su casa?, ¿la reconoceré si la veo por la calle?. Creo que un día ella me vio, a mi junto con mi hermana sentadas en la puerta del local. Nos vio de lejos, por lo que en definitiva podríamos decir que seguíamos, luego de más de 6 meses de hablar sin vernos las caras.

 

Finalmente sucedió. Nos íbamos a encontrar, justo en el punto medio entre el local y su casa. Iríamos a jugar al pool y al ping pong en un club que hay por allí cerca. Yo me senté en una esquina a esperarla, y a los minutos llegó ella. La reconocí por sus championes rojos, y ella me reconoció...porque bueno, ¿quién más podía ser sentada en una esquina sola mirándola llegar a ella? No voy a decirles que fue amor a primera vista. No me pareció fea, pero no me gustó demasiado tampoco. La pasamos bien ese día, hablando, jugando pool o ping pong, y caminando un poco por el barrio. Había oscurecido, y yo me tenía que ir. Al despedirnos no le di un beso, no sabía que hacer, así que hice lo que tenía por costumbre en esa época que era darle la mano a la gente (me embolaba saludar a medio pueblo con un beso). Cuando volví quedé pensando sobre ese beso que no le di, y realmente me arrepentí, porque tenía muchas ganas de besarla, aunque más no fuera en el cachete. Esa noche evidentemente, hablamos por ICQ, y me disculpé por mi saludo un poco extraño.

 

Volvimos a salir algunas veces cerca de su casa, siempre como amigas. Jugábamos al pool, o caminábamos por ahí.. supongo que a ella le divertía jugar al pool conmigo porque yo era muy mala, pero la verdad es que con ella iba mejorando. Llegó el verano, y entonces empezamos a salir a andar en bicicleta por la rambla. Nos encontrábamos en el puertito del buceo, que está a medio camino entre mi casa y su casa, y entonces andábamos un rato juntas, o nos sentábamos a mirar los barcos o el mar, o los ómnibus que entran y salen del estacionamiento. En ese momento fue que empezó a gustarme, a atraerme físicamente aparte de sentimentalmente.. usaba musculosas y shorts, tenía unas piernas muy lindas, y el rojo de tomar el sol a su cara le quedaba estupendo. A veces me sentaba un poco detrás de ella para poder mirarla de reojo sin que se diera cuenta. Luego se lo confesé por el ICQ, y ella empezó a hacer lo mismo.

 

Un día, luego de muchas vueltas, logré que me dijera que yo le gustaba, a lo cual le contesté que ella también me gustaba a mí. Fue entonces que le dije que me gustaría mucho abrazarla. A esta altura pensaran que somos dos tontas, pero es que ninguna había tenido novias o para el caso novios, así que no queríamos apurar las cosas, aparte de que el hecho de que ambas fuéramos muy tímidas no ayudaba para nada. Comencé a pensar estrategias para abrazarla. No estábamos muy seguras de abrazarnos en la rambla (qué pensaría la gente?!), aunque yo le decía que entre amigas constantemente se abrazan, esto no nos convencía, no sabíamos cómo hacer. Algunas de las formas que se me ocurrieron fueron bostezar, de forma de estirar el brazo y atraerla hacia mí. Esto no funcionó. Luego pensé, por qué no sacarnos una foto las dos juntas, para lo cual yo pondría la cámara y tendríamos que pegar nuestras caras para que entrara en la imagen, pero esto tampoco funcionó.

 

Uno de esos fines de semana, mis padres se fueron de vacaciones. Grabé un disco con algunas canciones, entre ellas "Baby can I hold you" de Tracy Chapman, e invité a Q a que viniera a mi casa a escuchar un poco de música. Ella vino, y evidentemente nos sentamos a una distancia prudencial, uno o dos metros separadas. Empezamos a hablar, prendí la música, y en el tercer track empezó a sonar la canción. Le dije, "sabes lo que quiere decir Baby can I hold you?", ella no sabía, y entonces le dije que significaba "Nena puedo abrazarte?", y entonces finalmente nos abrazamos. Ese abrazo fue increíble, no sé cuánto habrá durado, sé que fue bastante tiempo, y sé que me sentía muy cómoda, y que no quería que se terminara. Ese abrazo de alguna forma rompió el hielo, o quizá fue que lo derritió. Nos volvimos a abrazar varias veces más esa tarde, y la distancia prudencial ya no existía. Luego de Baby can I hold you, venía una canción que se llama Kiss Me (sí, había pensado en todo, hasta estaba Making love de Air Supply al final del CD), pero digamos que la pasé porque me dio vergüenza (debería estar prohibido que las personas fueran tan cursis como soy yo a veces).

 

Durante bastante tiempo, no hicimos otra cosa más que abrazarnos, por ratos cada vez más prolongados cada vez que nos encontrábamos a solas. Finalmente, una vez más vía ICQ, decidimos que queríamos besarnos. Y una vez más, en mi casa llegó ese primer beso. Un "piquito" apenas, que se vio cuasi interrumpido cuando mi madre casi sin golpear entró al cuarto. Supongo que mi madre intuyó que algo raro pasaba al ver nuestras caras de estrés, pero o disimuló muy bien o no se dio cuenta. Esa noche cuando la acompañaba a la parada del omnibus nos preguntábamos si estábamos arrepentidas, y la verdad es que no, no lo estábamos, por el contrario, estábamos muy contentas.

 

Luego de unas cuantas sesiones de besos, vino el problema de nuestra relación. ¿En qué se había transformado?. Lo hablamos por ICQ. La palabra novias nos asustaba, o al menos a mí me asustaba. No me gustaba nada. Le dije entonces que podríamos ser amigas que se besan. Las amigas que se besan pueden andar besándose y abrazándose con otras personas lo que pasa. Esto parece que no le gustó demasiado a ella, y muy sutilmente me dijo que le parecía bien, que entonces ella podía andar con quien quisiera llegado el caso. Esto a mi me gustó menos que la palabra novias, con lo cuál llegamos a que éramos amigas que se besan y que no están con nadie más. Novias en definitiva, si bien nos llevó bastante tiempo empezar a usar este término.

 

La época de los besos fue ya en otoño-invierno del segundo año. Nos besábamos muchísimo acostadas en su cama. Las cosas se ponían bastante calientes, y muy húmedas. Pero está clarísimo que no hacíamos el amor. Yo sentía que quería estar más cerca de ella, la ropa era una molestia increíble. Lo más que lograba era besarle un poco la espalda, el cuello. Finalmente logré que nos sacáramos los buzos al menos durante un rato. No quiso hacerlo con la luz prendida, pero esa nueva parte de su cuerpo que iba conociendo me encantó. Le besé los pezones, el estómago, todo lo que podía ver que fuera piel. El día que ella me besaba en el cuello o si me llegaba a besar los pezones creía que enloquecía.

 

Llegó el verano, y seguíamos sin hacer el amor. Las dos teníamos ganas, pero no encontrábamos el momento o la tranquilidad apropiados. Las ganas de hacer el amor, en mi caso al menos, eran mucho más que una calentura. Yo quería de alguna manera hacer que ella se sintiera bien, quería poder mostrarle lo que me hacía sentir con uno de sus besos, porque sentía que las cosas que le hacía hasta el momento no eran para nada suficientes. A esta altura, mis padres sabían lo que sucedía con Q, si bien no lo tenían muy claro y no les gustó demasiado, debo decir que se lo podrían haber tomado mucho peor. Su padre también lo sabía, así como una amiga suya. Nos queríamos ir juntas de vacaciones. Todavía éramos menores, y para que nuestros padres no nos hicieran problemas para ir, le pedimos a su amiga que nos acompañara a Valizas. Ella dijo que sí, y entonces nos fuimos las tres. Su amiga se iba a ir un día antes que nosotras, pero eso no lo sabían nuestros padres. Esas noches mientras su amiga todavía estaba, nos besábamos muchísimo, dormíamos abrazadas, y nos sacábamos todo menos las bombachitas, porque claro su amiga estaba en el cuarto de al lado y no la íbamos a estresar. De todas formas, ella dormía con walkman, pero nosotras somos muy consideradas (yo en realidad no lo era demasiado, pero justo cuando las cosas empezaban a ponerse buenas Q decía paraaa!, tengo ganas, pero está en el otro cuarto, mirá si escucha.. con lo cual hasta ahí llegábamos). Al otro día Q aparecía con la musculosa al revés, su amiga se lo hacía notar con una risa sutilmente, así que ella se debe haber pensado que esas noches estábamos haciendo cualquier cosa cuando en realidad no sucedía nada.

 

Finalmente su amiga se fue. Reconozco que yo tenía muchas ganas de finalmente poder hacerle el amor, y apuré un poco las cosas. Mi novia se estresó, y entonces esa noche tampoco hicimos nada. Las dos estábamos un poco nerviosas, y yo después de comer me sentía medio mal, sobretodo porque estaba nerviosa y triste porque había hecho que Q se pusiera nerviosa. Me dormí justo en el momento en que mi novia se dio cuenta que en ese momento sí tenía ganas de hacer el amor. Empezó a hablarme y entonces sintió un ronquido suave. Dice que esperó mucho tiempo a que me despertara, pero yo nada. Esa noche casi no durmió, y a la mañana siguiente nos íbamos al Chuy. Me desperté a las cinco de la mañana, hablamos, nos besamos mucho, y cuando las cosas se ponían interesantes, llegó la hora de tomarnos el ómnibus para el Chuy. Fuimos al Chuy, y la pasamos muy bien. A la vuelta, habíamos

comprado una hamaca paraguaya, y para taparnos un poco del aire acondicionado, nos pusimos la hamaca a modo de frazada. Eso nos permitió venir de la mano. Cuando llegamos a la casa, teníamos muchísimas ganas de besarnos y estar cerquita. Finalmente pudimos hacer el amor.. o algo parecido, porque teníamos sólo media hora, y de más está decir que ninguna de las dos tenía mucha idea de nada, pero por lo menos se nos había ido el miedo a la intimidad. Salimos a de la casa apuradísimas. Al salir Q no encontraba las llaves, se pensó que las había dejado dentro. Llamamos a nuestras casas, su padre se estresó. Finalmente creo que las llaves las tenían en un bolsillo, así que todo terminó bien.

 

Pasó el verano, pasó otro año. Q se fue el año pasado para el exterior por unos meses, a intentar trabajar por la temporada. La extrañé de una forma increíble. Pero la esperé, y cuando volvió las cosas siguieron igual o mejor que antes. No volvimos a Valizas, pero fuimos a otro balneario, y las dos mejoramos bastante en lo que a relaciones sexuales se refiere. Espero poder volver pronto con ella a algún lado. Porque no hay nada como despertarme a su lado, y sentir el olor y el calor de su piel de mañana. La quiero muchísimo, la adoro, la amo, y no puedo ni quiero imaginarme viviendo sin ella. Nunca pensé que iba a llegar a esto con alguien a quién conocí a través de una pantalla.. pero estoy tan feliz de haberla conocido.

 

 

 

 LA HISTORIA DE MELISSA

 

 

Tengo 20 años. Soy de México. Mi caso es de hace 2 años tenia yo 18 años..desde chica se que me gustan las mujeres sin retorno ni dudas..

Tuve mi primera relación. Eso fue a los 14 años...ya sabes una relación de solo meses los cuales me ayudaron.

Paso un tiempo al cual no tuve tiempo para tener pareja, ya que escuela no me lo permitía. Después de dos años me fui involucrando mas, después por este medio del Internet, conocí a el amor de mi vida la que fue es y será el amor de mi vida. La conocí a la semana, en persona, ese mismo día 25 de enero que jamás lo olvidare. Le pedí que sea mi novia y ella acepto, yo estaba consciente de que yo seria su primera novia y que no teníamos experiencia ninguna de las dos. Pasaron meses y planeamos tener nuestro primer encuentro sexual, lo peor que pudimos hacer fue planearlo, pero lo planeamos.

Ese día llego ella, yo acababa de salir de un baño el cual me relajo muy bien, no sabía que ella llegaría a esa hora, llego a las 10 de la mañana. Cuando escuche el sonido del motor de su auto que se estacionaba, me puse nerviosa. Ella entró, estaba despeinada se notaba que se acababa de levantar. Entro directo a mi cuarto, yo sorprendida, en unos minutos regreso le dije yo.

Fui a la tienda, claro esta que fui para quitarme esos nervios, regrese y ella estaba en mi cama, casi dormida. Me abrazo y me dijo que aún no era el momento, le dije esta bien no te presionare. Nos acostamos, en beso en beso se fueron hacer mas calientes fugaces y rápidos, nuestras lenguas se unieron cada vez mas apasionadas, pero ni ella ni yo sabíamos que hacer.

Le dije ¿quieres hacerlo? y ella asustada contesto: sí, si supieras lo deseo que me penetres. Yo le dije entonces haremos lo que nos dice nuestro corazón...nos reímos u nos dirigimos a el baño, ella abrió la regadera..y de una manera picara y juguetona dijo "no quisiera llenarme de vellos". Yo sonreí por unos momentos...en la regadera fue muy excitante tocarnos..tocar sus pezones...después decidimos irnos a la cama, en eso nos pusimos de nuevo mas nerviosas, yo prendí una vela y música una canción que nos habíamos dedicado.

Paso lo que tenia que pasar, ella arriba de mi empezó a besarme cada parte de mi cuerpo, yo deseando que ella me penetrara, ella decidió hacerme sexo oral primero (que como lo dije antes, no teníamos experiencia), empezó a besarme...mi clítoris fue algo extraordinario, tanto que han pasado 4 año y no lo he sentido con nadie, acarició mi clítoris con sus dedos, después grite de placer ella diciendo "jamás imagine que seria riquísimo sentir una vagina lubricada"...eso me excito, cuando me penetro yo estaba totalmente desubicada solo quería sus dedos dentro de mi, yo gritaba y gemía de placer, cada grito mío ella se emocionaba para hacerlo mas rico y tierno, cuando le dije para que he tenido como una explosión riquísima y quiero saborearla ella dijo esta bien, pero no dejó de acariciarme los senos.

Cuando ella me digo quiero sentir lo mismo que tu, yo cambie de posición, me puse arriba de ella, yo la verdad no estaba preparada para sexo oral, pero lo quise hacer por el amor, estuvo conmigo, la bese...hasta llegar a tu clítoris..a ella si le gusto y mucho, no quería queme separara, después de un gran rato un rasguño en mi hombro dijo para!!!!para!!!!. Yo pare, dijo con esto he tenido suficiente, estoy cansada fue riquísimo. Y yo me pregunte porque no querrá que la penetre, pero no dije nada, solo deje que me abrazara, nos abrazamos nos tiramos la cama, nos reímos....y quedamos abrazadas totalmente desnudas.

Ahora no estoy con ella pero cada vez que la veo me dice desde hace un año que nos separamos "no he olvidado los orgasmos queme hiciste experimentar durante un año 5 meses de relación" y siempre le he preguntado "has tenido alguno parecido" y ella se ríe y me dice...ni con un consolador he obtenido satisfacción con solo sexo oral como lo hiciste tu aquella vez.


LA HISTORIA DE LETYLED

 

Dicen que todo pasa por algo, pero ¿porqué tenía que pasarnos?.

No supe apreciar tus esfuerzos, las peleas con tu socia, los desvelos y problemas de los que realmente nunca me enteré.

Tu hermetismo me daba paso solo a momentos de tu alma, que al compartir contigo en un inicio fueron fuente de vida y después fuente de angustias cuando el tiempo y los días, el trabajo y los amigos nos permitían o no saber de la otra, en el peor de los casos.

Muchísimos kilómetros de por medio, horas de diferencia.. como el sol y la luna, tantas promesas de futuros ciertos en un mar de fantasías aún imposibles nos decidieron a la posibilidad de vivir juntas algún día...algún día.

No nos conocimos más que por tiempos cortos... yo viajaba, tu me recibías, y en cada visita el amor crecía a retazos y a pérdidas en cada centímetro de retorno a esta casa tuya que nunca conociste... creció, floreció, maduró... pero a trozos, siempre con la ilusión de un mañana compartido.

Yo esperaba, tú hacías lo posible por encontrarnos, dos años y medio, casi diario, en que cada una puso lo mejor de su parte.. pero en algún momento quise ver más de la vida que me rodeaba y en ese instante algo se coló.

Ya no me fueron suficientes las esperas, ni las promesas que te hice, y

quizá ni tus palabras totalmente, a mi alrededor comenzaron a bailar posibilidades mágicas que quizá ahora ni siquiera lleguen; pero no fue ese el error, mi error fue seguir diciéndote que nada había cambiado en mí, eso, eso sí que fue traición, aunque hubiera sido yo quien más se engañara.

Porque creía que los tiempos cada vez más cortos por tu parte significaban más de lo que eran. Olvidé que lo que aquí es uno probablemente dos, ahí siguen siendo dos y no uno.

Este abril nos abrazamos para despedirnos de la peor forma, tu enamorada y yo enamorada incompleta, porque nunca quise creer que eso me podría pasar cuando ya pasaba, mi corazón ya no fue suficiente para llevarme hasta esa ciudad que tanto huele a ti y que es solo tuya, no hubo sucesos, no hubo personas que pudieran cambiar lo que ya desde antes había cambiado, el equilibrio y la posibilidad estaban rotos...

Y ahora que tengo todas mis cosas de vuelta en casa oliendo a ti, rodeándome, me digo imbécilmente que no era tan difícil haberme decidido... todo lo tenía ya contigo... ¡qué gracia me hace tanta estupidez de mi parte!.; una gracia, sin embargo, imperdonable.

Pero no pude cambiar mi mundo por el tuyo al otro lado del Atlántico, no quise sentirme emigrante indeseada sin necesitarlo, no pude vencer el miedo a lo incierto y en ese miedo me he perdido de conocerte, de amarte, de comprenderte en forma real, de compartir la vida contigo y lo siento tanto... ¡no sabes cómo lo siento!.

Ahora me quedo sola y sin nadie pero con tu consejo, conseguir una ilusión y vivir sin miedos, si supieras que mi ilusión justo días antes de mi vuelta se fue a otra parte...

Pero te lo debo y me lo debo, el "y si hubiera..." es, más que un tiempo conjugado de mala manera, una pérdida de tiempo completa.

Lo único que más lamento es habértelo hecho perder a ti, precisamente a ti que tanto amor me diste y me hiciste dar, nadie lo merece, pero entre tantos, mucho menos lo merecías tú.

Ahora me resta perdonar mis fallos y pedirte que me los perdones, desearte lo mejor y no intentar engañarte de nuevo diciendo que la forma en que te amo es más de la que nunca pude haber amado a nadie... pues aunque así lo haya sido, ahora de nada sirve para reparar el daño que te he hecho... me resta esperar que no te duela demasiado este adiós, este amor, esta mentira mía que yo misma no creía, esta historia que pudo haber sido y no fue.

Ni las latillas para el gato, ni un libro, ni una rosa en Sant Jordi arreglan lo que destruí en ti, pero créeme que el regresar aquí tampoco arregla todo lo que se destruyó en mí.

Si alguno, un solo reproche hubiera que hacerte y que no pude sería: ¿Por qué sabiéndome tan débil a mis miedos a los cambios, en alguno de tantos regresos no me detuviste en nombre de tanto amor?. ¿Por qué me dejaste ser yo quien decidiera dar el paso?. ¿Por qué nunca me abrazaste antes de tomar el avión y me dijiste "quédate conmigo, quédate"?...

Siempre me acompañaste con el mismo vacío que yo, te quedaste detrás de la puerta haciendo la seña que ahora necesito tanto, pero solo eso tuve. solo eso.

Sin embargo, las cosas son ya como son y no habría más qué recuperar, todo lo rompí, demasiado luchó por convencerte de quedarme contigo y de compartir tu libertad tan preciada, para al final derrotarme sola y no ir... la peor de las derrotas.

Así pues, me despido de esa casa tuya que algún día pudo haber sido nuestra, de ese olor que fue mío, de ese gato guapo blanco que ya me amaba y al que a pesar de todo yo adoraba, de las palabras que nacieron y crecieron al compás del teclado, de tu imagen en la pantalla y de los cientos de archivos que ambas memorias, real y cibernética conservan de tantos días vividos, caminados a tu lado, verdaderamente entrañables como tesoros, pero que sin embargo, igual que tú no puedo volver a ver sin un abismo en el alma y una lágrima en los ojos... ojalá así como con ellos, algún día logre despedirme también de la sensación culpable de haber dejado ir al amor de mi vida, así nada más, tan solo por pura cobardía.

A la cobardía de saberme sola y sin ti, aún de ese otro lado del océano...

 

 

 

LA HISTORIA DE LAURA

  

Antes que nada quiero decir que soy feliz de ahora saberme que soy lesbiana, y soy dichosa de saber que fui tu mujer, la mujer más divina del mundo.

 

Yo siempre desde adolescente me masturbaba pensando en una mujer sin rostro pero siempre una mujer, y en algún momento de mi vida me enamore de mi mejor amiga, sin ser jamás correspondida, la ame en silencio por mucho tiempo... después en mi búsqueda interna de mi verdadera sexualidad , yo siempre entraba al Internet a los chat de lesbianas buscaba algo dentro de mí que sabia que era el amor de una mujer lo que yo necesitaba, pues en una ocasión mantuve un romance efímero con una mujer a la cual jamás conocí personalmente, pero me agradaba sentirme deseada por otra mujer, y un buen día entre al chat y vi un perfil de una mujer muy linda muy sonriente y yo le hable, y ahí empezamos a platicar, nos gustaba la amistad que manteníamos, nos entendíamos muy bien. Ella tenia problemas con su pareja, yo no tenia pareja, y ella me daba consejos de como conseguir una, hasta que llego el gran dia, yo le comente que me había masturbado como a las 5 de la mañana que había sentido muy rico, y me pregunta ella. ¿En quien pensabas?. Le dije en ti, ella se sorprendió muchísimo, por mi respuesta, y pasaron después de eso algunos días, hasta que un gran día descubrimos cuanto nos amábamos, lo que nos deseábamos y necesitábamos vernos, porque ya no podíamos estar separadas un minuto mas, entonces planeamos el gran encuentro.. Yo fui a la ciudad donde ella vive ahora... porque vivimos en ciudades distintas, y cuando llegue al aeropuerto estaba ella ahí, tan bella, esperándome, cabe señalar que el avión tenia casi 2 hrs. Y medio de retraso. Pero mi Diosa estaba ahí esperando por mí, yo entre a la sala donde esta la gente esperando a los que bajan del avión había un tumulto de gente, yo la buscaba entre el gentío, no sabia como reconocerla a pesar de haberla visto tantas veces por la web cam y en fotos. Entonces vi que al fondo de esta ella, con una sonrisa linda que supe que era para mí, en ese momento supe que esa era mi amada, ella se acerco a mí y me dio un beso en los labios un beso que me sorprendió muchísimo pues era la primera vez que los labios de una mujer se posaban sobre los míos, después nos fuimos al hotel donde yo me hospedaría, ella traía consigo su maleta y yo la mía pues habíamos planeado permanecer toda la semana juntas en el hotel sin separarnos un solo instante y así lo hicimos, ella arreglo las cosas en su casa para poder estar a mi lado toda la semana. Pues acto seguido salimos del aeropuerto y subimos a un taxi, fue un trayecto maravilloso, yo me sentí dichosa de poder estar a su lado, por fin tenia a mi Diosa a mi lado, por fin podía tocar su piel, oler sus cabellos, en ese momento al estar dentro ya del taxi me tomo la mano, mi corazón dio un vuelco porque mis manos son muy calientes y me daba pena que las tocara, sus manos estaban frías a mi me agradó muchísimo sus manos frías entre las mías, pero aun así las retire de sus manos...ella me pregunto porque lo hacia y le dije están muy calientes, ella solo sonreía, mirándome a los ojos, ella me preguntaba si me gustaba la ciudad, a mi me gustaba mas que la ciudad, era el momento de recorrerla a su lado, finalmente llegamos al hotel, nos registramos nos dieron una habitación como yo la quería en un piso muy alto en el piso numero 18. la habitación 1817, yo quería tener su ciudad a nuestros pies, siendo testigo de la gran entrega del amor que nos unía, me gusto tanto escucharla hablar en otro idioma, me gustaba me sentía una vez mas tan orgullosa de ella... pues llego el momento deseado, entramos a nuestra habitación, ella me dijo, pasa estas en tu casa. Nos reímos las 2, en ese momento me sentí tan dichosa que ahora daría lo que tengo por volver a vivir ese momento, entonces dejamos nuestro equipaje, y yo me dirigí a la ventana a una gran ventana de cristal y vi como la noche caía y la ciudad, su ciudad a nuestros pies, en ese momento ella me tomo de la mano y se me paro frente a mi, dándome un gran beso el cual me dejo mas sorprendida y satisfecha que el primero, sentí que en ese momento me entregaba a su amor por completo, entonces nos separamos mirándonos a los ojos con una gran sonrisa de satisfacción por el hecho de poder sentirnos tan cerca, entonces para romper la tensión del momento nos fuimos hacia nuestro equipaje y nos entregamos los regalos mutuamente. Fue un momento muy lindo, muy emocionante, lleno de alegría para las 2, entonces ya estaba yo cansada del viaje y me recosté sobre la gran cama, la cual seria testigo de todo el amor que nos entregaríamos ahí, entonces ella vino a mi se recostó completamente sobre mí, sentí como su sexo se pagaba mi cuerpo y me gusto tanto esa sensación y en ese instante volvió a besarme con un beso largo y tan apasionado, en ese instante le dije que me bañaría pues estaba deseando ya meterme a la cama, cansada del viaje tan largo y deseosa de estar con ella entre esas sabanas blancas, entonces me metí a darme un baño rico, y salí vestida con un pants negro, ella me dijo como sabias que me gusta lo negro. Yo solo me sonreí. Me peine y me perfume y vine hacia ella y la abrace por la espalda ella me volteo y me beso una vez mas, me enloquecía sentir sus labios en los míos, entonces mi Diosa me dijo se bañaría también. Yo estaba metida ya en la cama y al llegar casi a la puerta del baño ella volteo y me dijo sonriendo cuando regrese quiero verte desnuda, yo me sorprendí con su petición pero más me sorprendí que yo lo hiciera, me sentía en ese momento que entre ella y yo no había nada que no conociéramos una de la otra como si toda una vida hubiésemos estado juntas, en ese momento ella salió del baño radiante se veía como una reina, salió vestida con su pijama azul celeste, y vino a mi lado se acostó junto a mi. Y empezó a besarme con una pasión como jamás nadie me besó, sentí sus besos tan míos, no me fueron extraños eran los besos que sin conocer ya conocía su sabor. Esa fue una noche divina de entrega total. Por vez primera estaba entre los brazos de una mujer ahora era ya mi mujer, la mujer que tanto he amado, los días que siguieron han sido los más maravillosos de mi vida. Unos días que jamás olvidaré mientras vida tenga. La última noche que pasamos juntas fue tan bella, llena de amor un amor tan limpio, tan puro, tan diáfano, amándonos solo con la mirada, mis ojos estaban llenos de lagrimas de solo saber, presentir, que jamás volvería a verme es sus ojos, esos ojos que durante una semana me veían llenos de amor y ternura, sus ojos color miel, que tanto amo, le escribí una carta llena de mi amor por ella, voltee y la miré mientras escribía tratando de grabar su imagen en mi cerebro, una imagen que no quisiera jamás se borrara de mi mente, ella solo me miraba, no hablaba, me dormí esa ultima noche entre sollozos, cobijada entre sus brazos, esos brazos que no volverían a cobijarme más nunca, el despertar fue tan triste porque sabia que no despertaría más a su lado, fue un día tan triste verla como se vestía, y arreglaba sus cosas para por fin separarse de mi lado, llego el momento y ella solo me abrazaba y me trataba de Consolar diciéndome que solo un tiempo estaríamos separadas, palabras que no traían consuelo a mi corazón tan lleno de amor por ella, finalmente me levante de la cama y me pidió que la acompañara hasta el elevador, no quería yo hacerlo prefería no verla partir pero accediendo a su petición lo hice, caminé de su mano ese pasillo del hotel que tantas veces lo caminamos juntas riéndonos llenas de amor, ahora era diferente era un camino que se me hizo tan corto, estábamos frente el elevador más pronto que lo que deseábamos las dos, la vi subir y cuando se cerró esa maldita puerta sentí como mi corazón se desgarraba del dolor de perderla para siempre, de no volver a mirarme en sus ojos, no escuchar mas nunca su voz, hablándome al oído, de no volver a sentir sus besos, esos besos que me habían dado la vida, porque entre sus brazos empecé a vivir, me quede tan sola, tan triste llorando como cuando un amor muere, sabiendo que no volvería a estrecharla jamás entre mis brazos, me quede mirando por la ventana y ella jamás apareció, pues había tomado un camino diferente, del que yo esperaba... quería verla por última vez y ni ese privilegio me fue concedido, salí del hotel dos horas después de ese hotel que había sido el mejor testigo del amor que había yo entregado ahí, llegue al aeropuerto sola sin ella a mi lado, al elevarse el avión fue un momento tan triste, voltee y vi su ciudad mientras el avión se alejaba, una ciudad que no volvería a verla, una ciudad que había sido testigo de cuán feliz yo había sido. Llegué a mi casa a mi realidad, llegué tan sola me faltaba el aire, me faltaba ella a mi lado, pasaron los días, los meses, y aún sigo sin ella, extrañándola, como el primer día que nos separamos, pasaron muchas cosas en estos casi 6 meses desde el día que nos separamos, los cuales cada vez nos unían y nos separaban mas y más, ella sigue aún con su vida con la misma mujer con quien yo la conocí, yo sigo sola, esperando, esperando. Tal vez esperando algo que sé que no tendré pero la esperanza de volver a verme en sus ojos me mantiene viva. Mi amor ojalá y un día la vida nos dé la oportunidad de volver a vernos, tal vez sea en circunstancias muy diferentes, pero la vida es así y si la vida misma me pidiera para volver a estar a tu lado la vida misma la entregaría por el solo placer de volver estar junto a ti.

 

 


LA HISTORIA DE JEANDRA


 

En pocos días, se va a cumplir un año desde que conocí a Shanon, increíble la forma en la que nos ha cambiado la vida a las dos en este tiempo. Quiero dedicar nuestra historia, al amor, a todas esas mujeres que aman de corazón, y todas aquellas que como yo han descubierto lo maravilloso de esas cuatro letras que separadas de un sentimiento real no significan nada. ¿Escéptica?, creo que esa es la palabra que puede aplicarse a mí, cuando se hablaba de relaciones a distancia, y más cuando se hacen por Internet, o bien cuando se utiliza este medio para conocer a alguien. Me divertía leyendo siempre lo que otras escribían en los chats, y así trataba de relajar lo pesado de mi día de trabajo. Leía un perfil por aquí, otro por allá... la verdad me aburría un mundo, hasta esa noche extraña. Quizá fue el nick que usaba, tal vez fue que así me sentía yo en ese momento, pero aquella SOLITARIA despertó mi curiosidad. Recuerdo que le saludé cortésmente y no respondió a mi saludo, aún así me atreví a dejarle mi correo personal. Tarde en mi cama pensaba en lo osada que había sido. Increíblemente, aquella mujer respondió a mi mensaje con un mail muy propio de ella, donde se disculpaba por no haberme contestado en su oportunidad, y agradeciendo el mensaje que allí le había dejado. Así comenzamos nuestra relación amistosa, pero algo pasó entre las dos, algo que hoy día, ninguna de las dos logra definir. Ella me hablaba de su vida, de sus planes y de su amor. Yo le contaba un poco de mi vida, de mi presente, y de mi desamor. Esa mujer me inquietaba, sin razón aparente. Me preguntaba en qué momento de mi vida, me enloquecí como para estar pensando en una mujer sin rostro. Ya había escuchado su voz, tan dulce, tan suave, que imaginar a la persona que era su dueña no podía estar tan lejos de la realidad. Y así era, tengo vívido en la mente el recuerdo de la impresión que me causó ver su fotografía. Simplemente hermosa, tal vez no esa hermosura que hace girar la cabeza a hombres y mujeres en la calle pero, si esa belleza dulce que te atrapa, que te hace sentir parte de lo más suave que pueda sentirse. Me enamoré, sin que ella hiciera nada para que sucediera algo así. Sus planes en ese momento eran los de conocer a alguien más, a quien ella había esperado mucho tiempo. Pero yo le inquietaba, y eso me dio una esperanza para luchar; para pedirle entre lágrimas que si entraba en aquella cama mi presencia en su vida no tendría sentido alguno. Creo que es conveniente decir a quien lea este pequeño relato, que Sharon vive en Europa, mientras que yo vivo en suramerica, una razón más para pensar que esto era una locura. Pero en nuestra ilusión de esperar que esto fuese el sueño que tantas veces a escondidas soñamos, fuimos más allá. Así que el invierno me llevó a su lado. Más de 12 horas de vuelo, un país desconocido, y el corazón latiendo a más no poder en el pecho. Y allí estaba a la salida del aeropuerto con su ramo de rosas de colores, donde destacaba una rosa azul, mi favorita. Dios, verla frente a mí fue confirmar que me había robado el corazón, no sabia que hacer, es más, no me atrevía a hacer absolutamente nada. Es muy distinto prometer la luna por Internet, que tener a esa persona frente a ti, al alcance de tus manos, poder sentir su respiración, verle caminar a tu lado. La reacción de Shanon me asustó un poco, sus palabras al verme, no fueron las que esperaba. "Eres jovencita"... vi temor, incertidumbre en su mirada. Sentí un gran vacío en mi estomago, tal vez si había cometido una locura después de todo, como tanto me dijeron mis amistades. Tal vez lo había dejado TODO por alguien que solamente estaba confundida conmigo. Sea como sea, no perdería la oportunidad de acariciar su hermoso cabello negro. Tan suave, tan delicado, aquel mechón se deslizo entre mis dedos, y en ese momento nuestras miradas se encontraron, y ese chispazo que sentimos la primera vez que conversamos se encendió nuevamente. Ya no hicieron falta palabras. Esa noche me fundí con ella en la más hermosa de las entregas, una entrega que no estaba planificada. Aquella mujer madura descubrió lo maravilloso que es sentir a una mujer, y yo le dejé hacer, le dejé explorarme, sin prisas, con el más puro amor que ella despertó en mi. Fueron tres meses de conocernos, de superar muchos obstáculos, de amarnos... no fue fácil; pero como dice el cantante lo fácil siempre termina pronto. A los cuarenta años no es fácil enfrentar al mundo con una verdad, del tamaño de la nuestra. Pero hasta en los momentos más difíciles se impuso esa sensación de que estábamos encaminadas a hacer realidad ese sueño en común que llevábamos dentro. Hicimos un pacto de amor, sin cadenas... una entrega libre, donde quien sea prisionera, lo será en un amor sin barreras ni candados. Regresé a mi país con el corazón triste, pero pleno de amor. Pensaran que la distancia ha mermado lo que comenzamos hace casi un año... bueno, tengo que decirles que no ha sido así. En la distancia se ha fortalecido el sentimiento, se han disipado las dudas... en la distancia decir "te amo" tiene otro significado, uno tan fuerte que nos va a llevar al altar en poco menos de un año. Este es mi regalo de aniversario para ti chinita, dejar que otras mujeres conozcan un poco de nuestra historia. A quienes en este momento, se encuentre pasando por una historia similar o que simplemente no se decida a VIVIR su vida como desea realmente, yo les digo, luchen, luchen sin descanso por la persona que aman... la felicidad no dura 24 horas, pero que bonito es pasarse el resto del día pensando en ese ratito dichoso que tuvimos. A quienes como yo no conocieron antes el amor, créanme que no hay entrega más hermosa que la que se hace poniendo el corazón en la cama. Luchen y que el amor no pase sin detenerse en su puerta...

 

 

LA HISTORIA DE CARO

 

Genovessa y yo éramos amigas ella tiene 35 años y yo tengo 24 años, mi primer encuentro con ella fue el la Universidad, cuando ella me daba clases de Economía pero en ese momento yo no sentía ninguna atracción hacia ella, y creo que yo tampoco le gustaba. Yo estaba saliendo con alguien en ese entonces, el papá de mi hijo. De ella siempre se comento que le gustaban las mujeres, pero nadie lo había comprobado, puesto que ella también salía con un chico. Fue al salir de la Universidad, que la amistad entre la maestra y yo se intensificó, una noche estábamos con otra amiga bebiendo un par de cervezas y divirtiéndonos, yo le dije que me acompañara al baño porque yo no me podía sostener en pie sola; ella accedió y al regresar yo me tropecé y caí al suelo cuando ella intento levantarme yo le di un beso en la boca, no se porque razón días antes sentía una gran curiosidad por el sabor de sus besos, y casi siempre que lo hacia sentía un mariposeo en mi estomago. Mi otra amiga se encontraba en otra habitación así que Genovessa se rehusó un poco, no se si porque temía que esta se diera cuenta o porque tenia miedo, al regreso ella iba al volante y yo de copiloto así que me aproveche y le tome la mano luego me lleve uno de sus dedos a mi boca, mi otra amiga que iba atrás iba casi dormida, así que me aproveche de esa situación. Sentía el aire frió en mi cara y en mi nariz el olor de su perfume; esa noche iba casi con los ojos cerrados así que solo podía ver la línea amarilla de la carretera, pero su olor nunca podré olvidarlo.Esa noche yo teme demasiado, así que llegue a mi casa y me dormí al instante, al día siguiente lo único que esperaba es volver a verla.Desde ese día mi maestra favorita y yo estamos juntas.

 

 Postura  

Esta foto de lesbianas me encanta porque no es una foto de sexo. Es un momento romántico entre mujeres que las que tuvimos la suerte de vivirlo podemos decir que no hay nada más lindo que eso. Muchas veces, es cierto, el juego de las piernas termina desvirtuando el romanticismo y volvemos a caer en la tentación carnal. Pero no importa, esta foto habla por sí sola y me gustaría que dejen sus comentarios, e incluso, si se animan, cuenten la historia que esa foto seguro trajo a su memoria...

besos

Cristina

 

LA HISTORIA DE VANINA

 

Que se puede decir de ese momento en que por primera vez sentimos la piel de la mujer que tanto queríamos en nuestro cuerpo. Ese momento es inplvidable para todas. Pasaremos el resto de nuestras vidas con ese día en que se concretó nuestro sueño, o quizás en el que se resolvió nuestras dudas. Creo que la mayoría de las lesbianas llegamos a ese momento sabiendo que somos lesbianas pero con cierto miedo de que algo raro suceda a la hora de concretar. Por suerte mi primera vez fue perfecta, y eso se debió a que la persona que me acompañó era la ideal. Por eso esta foto quero dedicarsela a ella, que aunque ahora tenga otra pareja y yo también, ese momento quedó inmortalizado en nuestras vidas, estoy segura que vos Maru pensás lo mismo, no?

Claudia

Nunca había tenido una experiencia con una mujer, siendo yo mujer. Si bien es cierto, que a lo largo de mi vida me he sentido atraída por mujeres, nunca había dado rienda a mis inquietudes, tan es así que me casé hace 5 años, durante mi matrimonio le he sido infiel a mi marido 1 vez con un hombre, y esta ocasión que les contaré con una mujer.

Nayeli, mi actual amante, llegó a mi vida cuando no la esperaba, yo ya estaba establecida con mi esposo, las ideas de estar con una mujer se habían alejado hacia ya tiempo de mi mente, mas de pronto ella se cruzó en mi camino, fue verla y sentirme atraída por ella. Compañera de trabajo durante 1 mes, cruzábamos miradas a cada instante., eran miradas que decían algo más... había algo oculto.

En una ocasión tuvimos que salir fuera juntas, por camión, a pesar de ir solas en todo el camión nos sentamos una junto a la otra, llevábamos como 15 minutos de camino, cuando ella estiró sus brazos y los pegó a mis tetas, yo sentí correr electricidad por mi cuerpo, me miró, se sonrió y fue cuando yo supe que ella me deseaba tanto como yo, crucé mi brazo y le cogí de la cara le miré a los ojos y le sonreí. Mas tarde después de ir platicando ella recargó su cabeza en mi hombro, yo comencé a acariciar su pelo, siempre rozando sus tetas con mi brazo, podía sentir su pezón erecto, su respiración caliente, entonces zafé mi brazo para rodearla con él, y ella se pegó a mi pecho, puso su mano entre mis tetas y su cara y comenzó a jugar con ellas, el chofer nos veía por su espejo retrovisor, a mí no me importaba, yo quería sentirla.

Ese viaje fue solo eso, mas al volver, como a las dos semanas salimos juntas a comer, después la invité a casa a tomar unas cervezas, mi esposo andaba fuera de pesca con sus amigos. Nos fuimos a casa y ahí estuvimos platicando, bebiendo, nos sentamos en diferente sillón, al final terminé sentándome junto a ella, demasiado cerca, entonces, ella me quiso enseñar unos aretes nuevos que había comprado, me acerqué todo lo que pude a ella, y la besé en el cuello, ella se hizo para atrás, como muestra de rechazo, pero yo me acerqué de nuevo, esta vez a sus labios, puse mis labios en sus labios, comencé a besarlos, suave, tiernamente, hasta sentir que ella cedía, entonces comencé a meter mi lengua y ella soltó la suya y comenzó a besarme desaforadamente, empezó a meterme mano por donde podía, nos sacamos la blusa, el pantalón, y nos quedamos en calzón y brassier, nos fuimos a mi recámara, besándonos por el camino a ella, y nos tiramos en la cama, fue entonces que yo le saqué el brasier, y el calzón , hice lo mismo con los míos y comencé a besarla toda, sus tetas eran grandes, lindas, pasaba la punta de mi lengua por su pezón erecto y ella se revolvía en la cama, fui bajando, comencé a besar su vientre, y ella me ponía sus manos en mi cabeza, empujándola hacia abajo, abrió sus piernas, y prácticamente metió mi cabeza entre ellas, yo comencé a chupar, a chupar, a chupar, ella gemía y gemía, metía mi lengua en su vagina y sentía viscoso... pasaba mi lengua por su clítoris y sentía como se estremecía, comencé a meter un dedo en su vagina, la exploré, busqué sus puntos de placer, comencé a jalar humedad hacia su ano comencé a jugar ahí, ella solo me decía: así, así Lola, así, así Lola, le metí tres dedos en la vagina y comencé con el mete saca, sin cansarme, resbalaba completamente, estaba empapada, comencé a sentir como se contraía su vagina y teniendo los tres dedos adentro, los abrí, entonces ella pegó un grito de placer, se ve que le encantó. llegamos juntas al orgasmo sin yo tocarme, entonces le tocó su turno a ella, se ve que ella tenía mas experiencia que yo, me hizo llegar al orgasmo 5 veces más.

Desde entonces, siempre buscamos momentos para estar juntas, como pareja funcionamos muy bien, no hay celos, ella me tiene solo a mí, yo tengo a mi esposo y a ella, le cuento de mis aventuras con él y eso a ella le encanta.

Alicia volvió al día siguiente al cementerio. Necesitaba estar a solas en la tumba de Andrea. Ver la tumba de cerca. El día del entierro no había querido acercarse. Demasiado dolor junto. Estaba ya cerca de la tumba cuando observo a una joven al pie de la misma. No esperaba encontrar a nadie aquello le produjo desasosiego. Pensó en marcharse pero se dijo así misma que tal vez se irían pronto y decidió acercarse a otra tumba junto a la de Andrea y ver si podía captar alguna conversación de aquella pareja.

Rosa estaba junto a su marido al pie de aquella triste tumba.

-Luis Andrea no merecía esto. ¡No lo merecía! ¿Por qué se cebo la vida con ella tan brutalmente? ¿Por qué?
-¿La apreciabas mucho verdad?
-No Luis pase de apreciarla a quererla.
-Si yo también la quise mucho. ¿Recuerdas cuando nos presento?
-Si lo recuerdo muy bien. Ya lo creó que si.
-A mí siempre me decía. ¿Y tu Luis a que esperas para conocer lo lindo que es el amor? Ella estaba tan enamorada de Patricia que solo deseaba que el mundo entero compartiera aquel sentimiento. Un día me dijo:
-¿Sabes qué Luis? Conozco una chica preciosa que no tiene pareja. Se llama Rosa y fue compañera mía en el instituto. Es buena chica, muy buena chica. Ella y yo tuvimos una época que no nos llevábamos demasiado bien pero aquello pasó y ahora somos grandes amigas y por lo que yo la conozco creo que tú serías el tipo de chico que a ella le gusta y si encimas sabes amar tan bien como lo hacía tu hermana a Rosa le habrá tocado la lotería. Y a ti también claro está, porque es un monumento de chavala y buena muy buena persona. ¿Por qué no te animas y te la presento? Y así fue como nos presento.
-Si Luis cariño. Y Andrea tenía razón. Me toco la lotería contigo. En todos los sentidos de la vida.
-Gracias Rosa. También tuvo razón al decirme que a mí también me tocaba la lotería.
-¿
Dios
mío que necesidad tenía de cebarte con Andrea de está forma?
-Tranquila Rosa. Mira ahora están juntas las tres.- Rosa y Luis miraron hacía la lapida. En ella se leía una inscripción.

Aquí yace para la eternidad mi hija Andrea junto a las personas que más quiso en su vida. Maribel y Patricia. Algún día me gustaría estar con ellas y mi Julia.
Desconocida. No se quien eres. No te he visto nunca pero mi hija se ha llevado en su corazón junto a Maribel y Patricia un trocito de ti. Si algún día lees esto, me gustaría conocerte. Mi hija no merecía este final. Descanse en paz.

Tras este texto principal en la lapida le seguía un pequeño texto que Rita pidió a Carmen que por favor lo incluyera.

Esta es la historia de un sábado de no importa que mes y de un hombre sentado al piano de no importa que viejo café.

Solo incluía esta estrofa de aquella canción que Rita vio interpretar a Andrea con la fuerza de un huracán cuando murió Maribel. Nunca Rita había hablado de ello pero ese día aquella canción recorrió sus entrañas sacudiendo su cuerpo con la misma fuerza de ese huracán en la voz de Andrea y en sus manos sobre el piano.



Rosa rompió a llorar tras leer aquella inscripción. Había leído muchas lapidas pero ninguna le pareció tan llena de dolor y sentimiento como aquella.

Adiós Andrea. Te queremos y nuca te olvidaremos. ¡NUNCA!
Rosa y Luis depositaron sobre la tumba las flores que potaban la tarjeta con aquellas palabras de adiós.
Alicia los vio marchar y cuando creyó que ya no podían verla sobre la tumba de Andrea se coloco frente a ella. Había conseguido escuchar toda la conversación de aquella pareja. Vio también en sus rostros el mismo dolor que vio en los demás el día anterior.

-¿Por qué Andrea? ¿Por qué? El cáncer te hubiera llevado de todas formas pero el tiempo que hubiéramos estado juntas yo te habría hecho feliz y estoy segura de que tú a mí también. Me duele tanto como me despedí de ti el único día que hicimos el amor. El día más maravilloso de mi vida. Fuiste capaz de darme tanto en una sola noche que me vuelvo loca de pensar lo que me hubieras sido capaz de dar si hubiéramos tenido un poquito, solo un poquito de suerte. ¿
Dios
mío tanto pedir era eso?
Alicia comenzó a sollozar en silencio. Imposibilitada para detener su propia emoción. Se arrodillo sobre la tumba y comenzó a golpearla.
-¡No quiero dejar de llorar! ¡No quiero! ¡No quiero!- Y fue repitiendo no quiero hasta que el tono de su voz se fue apagando lentamente mientras los golpes sobre la tumba de Andrea eran cada vez más débiles. Alzo su cabeza y fue entonces cuando vio por primera vez la inscripción en la lapida. La leyó entera y comenzó a repetir una y otra vez:
Maribel, Patricia, Desconocida, Maribel, Patricia, Desconocida. Alicia dejo de repetir aquellos nombres.
-Andrea tengo una enorme espina clavada en mi corazón. Una espina que me esta desangrando. No puedo seguir viviendo con el recuerdo de cuando me despedí de ti. ¡No puedo Andrea! No puedo y he de quitarme está espina. Solo entonces podré vivir y descansar. No es que quiera olvidarme de ti. Eso jamás ocurrirá ni aunque el mundo reviente, pero necesito descansar. Necesito saber que no me guardas rencor por como me despedí de ti. Te juro que fue producto de un odio sin sentido. Un odio que jamás existió en mi corazón aunque si en mi mente. Y para ello necesito saber de ti, de Patricia de Maribel porque la desconocida soy yo ¿Verdad? Ellas tampoco existen ya pero tiene que haber gente personas que me quieran hablar de ello. Lo necesito Andrea. No te enfades por favor. No puedo con esta espina en mi corazón. Ya no puedo amarte Andrea. Te has ido y ya no puedo amarte pero necesito saber que algún día en esa lapida podía haber puesto Maribel, Patricia y Alicia. Lo necesito Andrea, lo necesito.

-¡Me cago en la puta madre que me pario!
-Bea cariño ¿Qué te ocurre?
-¿Qué me va a ocurrir? El puto Lorenzo Alicia el puto Lorenzo. Estoy trabajando y un sol de puta madre. Estoy de fiesta y venga a mear, y venga a mera, y venga a mear. Estoy hasta las putas tetas. Lo voy a vender todo y me voy a ir a Canarias y que le den por el culo a los putos meones de los cojones.
-Bea cariño tenemos que hablar.
-¿Ahora?
-Cuando te calmes un poco y vengas conmigo a la cama.
-Pues enseguida voy porque para que me estén meando aquí fuera prefiero que me mees tú en la cama.
-Bea no seas bestia.
Dios
mío que bruta eres.
-¿Y los putos meones no son bestias? Pues son unos cabrones entonces, que es peor.
-Bueno cariño cuando hagas tu reflexión de costumbre te espero en la cama. ¿Vale?
-Vale cariño. Te quiero.
-Y yo a ti mi amor.
Bea se sentó en su pequeña mecedora en el porche y vino a su mente aquel. Bea cariño tenemos que hablar. Por un momento corrió la angustia por su cuerpo. Ella sabía que Alicia le quería hablar de Andrea. Su intuición se lo decía. Desde que estuvieron en el entierro de aquella enigmática Andrea había notado un cambio en Alicia. Un cambió que la asustaba. Y sintió miedo de perder lo más bonito que le había pasado en toda su vida.
-Meones de la hostia. Me parece que hoy habéis pagado justos por pecadores. Bueno, será mejor no aplazarlo más. Bea al toro. La vida es así, llevas toda la vida luchando. Esta es solo una batalla más. La superaras.
Con esta reflexión Bea se dirigió a la habitación donde estaría Alicia esperándola.

-Alicia.
-Dime cariño.
-¿Me quieres hablar de Andrea verdad?
-Si.
-Antes de que me digas nada más. ¿Lo que me vas a decir implica que me vas a dejar?
-¿Dejarte? Bea ¿Cómo puedes pensar eso?
-No lo se Alicia. Estoy muy asutada.
-Por favor. Ven, ven aquí conmigo. Siéntate aquí a mi lado.- Bea se sentó en la cama junto a Alicia.
-Bea mi amor. Nunca, ¿Me oyes? Nunca he pensado en dejarte. Te amo.
-¿De verdad?- Pregunto Bea rompiendo a llora por la tensión acumulada y que ahora con las palabras de Alicia se veía aliviada.
-¿Entonces de que me quieres hablar?
-Ven aquí, metete en la cama conmigo. Ya hablaremos de eso mañana que tienes fiesta. Ahora necesitas mimos. Has debido sufrir mucho pensando que te iba a dejar.
-Pero tú………
-Sisssssssss No hables, acaríciame, dame un beso. Mañana hablamos.
-Alicia.
-¿Qué cariño?
-Estás en mi lado de la cama- Alicia rompió a reír.
-Eres incorregible Bea, incorregible. Encima que te lo dejo calentito para cuando vienes. Acuéstate anda que tú y yo tenemos cosas importantes que hacer.
-¿Cómo de importantes?
-Importantísimas, vitales- Alicia apago la luz de la habitación según pronunciaba sus últimas palabras entregándose las dos al juego del amor.

-Rita mi amor. ¿Te fijaste en el entierro de Andrea en aquellas dos chicas que estaban apartadas?
-Si Brenda me fije e intente reconocerlas pero no pude.
-Una de ellas estaba llorando y se le veía muy angustiada.
-Si ya me di cuenta.
-¿Crees que pudiera ser la desconocida?
-No lo se Brenda. No lo se. ¿Te diste cuenta que estaba Anabel?
-Si.
-Anabel me dio pena. Estaba realmente mal. Anabel no llevaba cinco minutos llorando. Anabel llevaba horas llorando. Estaba desfigurada. Los ojos hinchados, estaba realmente demacrada. No imagine que pudiera sentirse así por la muerte de Andrea. Estaba sufriendo y mucho. Estuve por acercarme y decirle que nos acompañara al pie de la tumba.
-No te preocupes Rita. Cuando nosotras nos fuimos ella se quedo y vi como se acerco hasta la lapida.
-Ha sido todo tan horrible.
-Rita, muy bonita tú idea de poner en la lapida las estrofas del Hombre Sentado Al Piano.
-No se lo pedí a Carmen por bonito. Desde que Andrea interpreto esa canción cuando murió Maribel supe la gran fuerza, la infinita fuerza que había en su corazón. Hasta ese momento yo apreciaba a Andrea pero después de eso me enamore de su persona, de su fuerza, de su pasión.
-La has querido horrores ¿Verdad? Ella también te quería muchísimo.
-Si Brenda. La he querido como a nadie- Dijo Rita con los ojos empapados en la emoción.
-Tranquila Rita cariño. Ya se que para ti era especial. Todas la queríamos. ¿Recuerdas la primera vez que fuimos a la cabaña de Amanda.
-¿Como no recordarlo? Allí se declararon amor Carmen y Julia, Amanda y Edurne y gracias a Andrea y Patricia tú y yo dejamos de ser gilipollas.
-Sí. Es verdad. Fuimos contagiadas de lesbianismo.
-Brenda cariño.
-Dime Rita.
-Hace mucho tiempo que hay algo que te quiero preguntar pero o se me olvida o no tenía para mi la importancia que tiene ahora.
-¿Qué es ello Rita?
-Veras. Estoy segura de que tú eres la única persona con vida que conoce el secreto de la canción de Patricia. Supongo que Andrea lo llego a conocer pero nunca me lo dijo, quizá porque no surgió el tema pero estoy segura de que ella si lo conocía y que tú también.
-¿Te refieres a Háblame Del Mar Marinero?
-Si.
-Veras…….. Sabes que Patricia nació en un pueblecito del interior en que no hay mar claro. Eso lo sabes ¿No?
-Si.
-Y también conoces la desgraciada infancia y adolescencia de Patricia ¿No?
-Si.
-Pues veras. En esa desgraciada infancia y adolescencia había algo que la ayudaba a mantenerse con vida. Algo sencillo, simple pero que a ella le daba fuerzas para continuar. Y es que solía ir la falda del monte Txindoki y allí se juntaba con un anciano que había pasado más de cincuenta años en el mar. Este anciano le contaba su vida, le hablaba de sus travesías, de lo rudo que es el mar pero también lo poético que es al mismo tiempo. Patricia gozaba con las historias de aquel anciano y mucho antes de que esa canción naciera ella siempre iba al Txindoki y le decía al anciano. ¡HABLAME DEL MAR MARINERO! Y el anciano siempre tenía una nueva aventura que contarle que narraba con autentica pasión. Haciendo que Patricia la viviera intensamente.
-Ese es el secreto por el que Patricia nunca podía dejar de llorar cuando escuchaba esa canción. Una vez compro el single de ese disco y delante de mis ojos lo puso sobre la tumba de aquel anciano. Esa noche después de eso y según me contó ella misma soñó con aquel anciano recordando alguna de las historias que le había contado pero en su sueño hubo una historia que nunca le había oído a aquel anciano. Escuchándola por primera vez en aquel sueño tras enterrar el disco en la tierra que cubre la tumba de de aquel marinero.
-¿Qué fuerte no?
-Si muy fuerte y bonito muy bonito ¿Verdad?
-Precioso, realmente precioso.

Sé que es más fácil y más deseable dejarse llevar por el olvido, tapar estos años con mentiras, con las acusaciones acumuladas y todos los reproches que hayas tenido a bien acumular. Y que admitir que nos quisimos, el tiempo que duró la historia, será dejar la herida abierta y permitir esa ventana a la decepción de saber que tuvimos algo que no volverá, que se perdió y que hay que seguir adelante.

Pero quiero que me mires y que no se engañen nuestros ojos. Y que llores si has de llorar, la pérdida lo merece.

Comentarios:
nati> Buena muy buena continuación. Esto empieza muy bien.

Ha pasado mucho tiempo desde aquellos juegos nuestros entre la infancia y la adolescencia. Después de nuestro último juego emprendimos caminos diferentes y en aquel entonces ni siquiera pense que lo nuestro pudo ser amor. Eramos demasiado jovenes para pensar en algo así. Son los años los que me han traido aquellos recuerdos y los que ahora me hacen pensar en aquella canción nuestra que tantas veces ecuchamos juntos y que hasta nos parecía repipi. ¿Como llamavamos al amor en aquel entonces? Ah si ya recuerdo. Gilipolleces.
Todo da igual ya nada importa. Todo tiene su fin.
Esta pequeña estrofa de aquella canción nuestra martillea en mi cabeza y cuando dice todo tiene su fin, pienso en la estupidez humana e imploro para que Los Modulos se equivoquen y digan: Todo Vuelve A Empezar.

 

 

Dejó el bolígrafo y guardó la carta en el cajón, su tío la llamaba.
- Lucía ¿ya estás aquí?, mira, sube al faro y si ves a Eva le dices que te ayude a cambiar la lente, ésta está ya demasiado rota.
- De acuerdo tío.
- Y anima esa cara mujer, que es verano.
- ... claro, dentro del faro hace fresquito, quién lo diría.
Los peldaños eran silenciosos, casi no se oían las pisadas a pesar del eco de las paredes, la barandilla, recién pintada lucía un brillo a nuevo dentro de todos aquellos años que el tiempo había tejido en telarañas en el techo. Arriba estaba Eva.
- Hola
- Hola
- Te fuiste sin decir nada
- ........
- Saliste corriendo... no lo entiendo.
- ... no lo hagas. - una gaviota se sumergía en el mar picado - Sería que me agobié un poco... pero ya te digo que no tienes que entenderlo.
- No; pero somos amigas ¿verdad?, si Luis se puso pesadito...
- No fue Luis.
- Es así, dice lo primero que le viene a la cabeza, se entusiasma el solito pero es buena gente.
- Ya te digo que no es por él.
- ¿Entonces por qué es?
- Por nada.
- Ahh... nací ayer ¿sabes?
- ¿Qué quieres que te diga? Me sentía mal y me fui a mi casa, la fiesta siguió y todos hicimos lo que queríamos hacer. No sé por qué le das tantas vueltas, no sé por qué buscas cosas donde no las hay... que yo sepa tampoco fue una pérdida tan irreparable.
- ¿Qué busco cosas donde no las hay?... joer, Lucía, no fui yo quien desapareció echando leches como si fuera visto un fantasma, eso es decir las cosas como son y al pan pan y al vino vino como decía mi abuela... ... Además de que me estás hablando como si yo tuviera la culpa de algo.
- Pues entonces déjame, déjalo, ya está ¿no?... estoy algo borde, lo sé. Lo sé. - se pasó una mano por el pelo -.
- Si, pues tú lo sabrás porque yo no me entero de nada. Primero coges, te pones a bailar con él y todos nos lo estamos pasando tan bien, vienes, me buscas, nos ves a Marta y a mi y te vas dejándonos allí alucinadas a las dos - negó con la cabeza - me parece que allí en Madrid nos os enseñan mucho sentido común.
- Ya
- Ya... (suspiró) bueno, ¿bajaras luego a la playa o tampoco?
- Ja... si claro, bajaré luego. Nos vemos.
- Vale.
- Eva
- ¿Qué?
- ...no, nada.
- Entonces hasta luego.
- Hasta luego.
Al atardecer le decían crepúsculo, a Almería la ciudad de la luz. La arena reflejaba el sol en cada poro, ahora ya perdiéndose por el oeste entre nubes rojas por el viento que haría al día siguiente y juegos de colores verde y azules. Lucía sentada encima de su camiseta levantaba de vez en cuando la mirada, el lápiz en sus manos se movía rápidamente dejando trazos como sirenas y claroscuros como velas. No oyó a Eva hasta que se sentó a su lado y sin decir nada se quedó pensativa mirando la acuarela del horizonte y después su dibujo.
- Es precioso, no sabía que también pintabas, eres toda una artista.
- Gracias. Pero no soy yo, es este paisaje que te llega... te recuerda a esos dibujos fantásticos con castillos y atardeceres interminables, interminablemente rojos, interminablemente llenos.
- Yo nunca supe dibujar tan bien, llevo toda mi vida aquí desde que era una cría y nunca lo miré así pero tu has llegado y lo has llenado de poesía.
- ... gracias; si, la verdad es que es precioso.
- Pero no es lo único bonito que hay aquí - lo dijo de una forma especial, nunca la había mirado como lo hacía en aquel momento, era casi como si estuviera a medio camino entre ese lugar y una esquina de su imaginación que sólo ella veía -.
Lucía firmó el dibujo, echó un último vistazo y se lo tendió.
- Así siempre tendrás un recuerdo mío.
Hizo un ademán de cogerlo, justo antes de levantar la mano la dejó quieta y bajó los ojos, parecía que estuviera hablando consigo misma. Se había hecho silencio, las olas lamían eternas la playa con ellas dos solas, dos sirenas encontradas por la suerte de algún destino despistado. Levantó la mirada y cuando lo hizo sus ojos tenían un brillo especial, distinto, cogió el lápiz y mordiéndolo suavemente dijo:
- Píntame. Píntame a mí.
- ¿A ti?... no es lo mismo un retrato que un paisaje.
- No te pido un retrato, quiero decir, no quiero una foto o algo así. Quiero que me pintes, que me pintes como tú me ves, aquí, en esta playa, ahora. Quiero guardar este momento de tu mano.
- Mmmm... está bien. Ponte ahí, si ahí. Quédate... quédate mirando al mar, así, muy bien. No, relájate, quédate con la mirada perdida... si... Dios, qué guapa eres.
Eva sonrió halagada, esto es lo más cercano a acariciarla que haré nunca, pensó Lucía, es casi como si el lápiz la acariciara en el papel, la cara, el cuerpo, los labios... uff, estoy a punto de derretir la punta.
Empezó a trazar los contornos suavemente, situar la perspectiva le llevó un par de minutos junto con pensar cómo pondría la luz. Soslayó por encima los tonos del mar y el perfil de Eva, cuando comenzó a dibujarla la mano le temblaba un poco. Perfiló sus hombros, la línea de su espalda, la curva de su pecho, la silueta de sus piernas cruzadas... a cada línea que surcaba el papel, a cada mirada que levantaba, notaba como se iba sintiendo llena de una calidez que era mitad nerviosismo y mitad sencilla satisfacción. No era la primera vez que se detenía a mirarla en profundidad pero sí la primera que lo hacía sabiendo que ella lo sabía; esa sensación era... pero no tenía palabras para expresarlo, estaba al borde entre seguir callada y acercarse a ella y besarla interminablemente, tan profundamente que le llegara al corazón y al alma. Sentía una creciente excitación de todos sus sentidos que le llevaba a flotar en esos instantes que quería que no terminaran nunca y a la vez que se estiraran lo suficiente para cogerla de la mano y hacer realidad su sueño.
Terminó el dibujo, lo volvió a firmar y escribió algo detrás, se levantó y se lo tendió por segunda vez.
- Espero que este si lo guardes contigo.
- A v... Lucía, es genial... - se puso de pie y le dio un beso en la mejilla - Gracias, te prometo que nunca olvidaré este verano, esto es especial para mí... porque tú también lo eres.
- Oh... espera a ver la dedicatoria, ... pero tú eres mil veces más guapa de lo que ningún dibujo puede mostrar... tú sí que eres inolvidable. Y na, que me tengo que ir ya... mi tío llevará dos horas buscándome por todo el pueblo, . Me dijo que fuera antes de que anocheciera a ayudarle con no se qué y mira que hora es... Hasta luego.
Sin darle tiempo a contestarle se fue hacia las tablas que cruzaban la arena, cuando estuvo segura de que no podía verla se llevó una mano a la mejilla... me ha besado, pensó, me ha besado.
Eva siguió con la vista a Lucía hasta que ésta desapareció y entonces dio la vuelta a la hoja.
"Para la sirena en tierra que una noche me enseñó que las estrellas más bonitas son las de sus ojos. Aquí está mi alma, en este mar, en estos trazos... Eterna como tu mirada en mi corazón.
Lucía"
Abrió la boca para decir algo, miró hacia donde se había ido y sin pensarlo acarició su letra. Un pensamiento se elevó a la noche, un pensamiento que era el suspiro enamorado que deseaba que sus sueños se hicieran realidad, que aquello que llevaba tanto tiempo sintiendo no fuera una locura, y que aquello que sus dedos recorrían, fueran algo más que palabras.

Si giraba un poco el cuello podía ver el cielo, sin una nube, a la vez que entraba la marea de la tarde. En aquella semana le había enseñado ya todo el pueblo, el funcionamiento del faro, la playa, las rocas donde podían encontrar erizos y cangrejos... tenía una energía, una vitalidad que parecía no acabarse nunca, una risa... irresistible, sólo con oírla le daban ganas de reír también a ella; era increíble, pero solo en siete días era como si sólo existiera aquella cala y aquella chica para ella. Cada vez que la veía se sentía la chica más feliz del mundo, su piel se estremecía al más mínimo roce, sentía una especie de cosquilleo desquiciante por las caderas que le subía hasta la garganta, hasta la boca y su ansias y se mezclaba con esa otra sensación, más profunda y dolorosa, que encogía su alma dentro del pecho. Por las noches sólo soñaba con estar con ella, con saber que ella también estaba en sus sueños, que de alguna forma también le pertenecían, soñaba con confundirse con su ropa y susurrarle interminables palabras de amor para sentirla derritiéndose en sus brazos como ella se derretía al imaginarlo. Era... intentaba encontrar la palabra que pudiera describirla, cogió el papel y escribió: ¿... como un rayo de sol reflejado en un rayo de luna, como la espuma del mar que te salpica y te llega al corazón?. Se quedó pensativa. Se llevó una mano a la cara frotándola lenta pero fuertemente; no, no. ¿Se había enamorado?... Deseaba acercarse a su oído y girar de improviso hacia su cuello, aspirar su aroma, besarla... Ayy... no, te has enamorado Lucía, te has enamorado y no es sólo este cielo, esta playa, este verano. Es tu chica. Es...
Pero no pudo terminar la frase, se echó a llorar con la cabeza entre las piernas y el alma en cada lágrima.


Se levantó y se dejó hundir en sí misma con Sinead O'Connor, Nothing compares you llenaba todo el vacío que las paredes retenían. Llevó una mano al cristal mientras contemplaba el atardecer poniéndose contra el azur salino y una palabra brotaba cálida y serena de sus labios: Eva. En ese momento se abrió la puerta. El farero se quedó mirando sin entender la escena que se escondía a sus ojos; los misterios de la juventud, pensó, se acercó a su sobrina con cariño, ese cariño natural, algo torpe y amable que caracteriza a los marinos en tierra, gente de pocas palabras y manos que se tienden, dadas.
- Como pongas la música tan alta no vas a escuchar cuando la cena esté lista y se te enfriará.
Apartó su rostro de la ventana y le dedicó la mejor sonrisa que pudo reunir.
- Lo siento, tío.
Era un hombre sin hijos, su mujer hacía tiempo que descansaba en un lugar desde donde sólo se podían ver las margaritas y los hinojos silvestres, pero reconocía lo que había detrás de aquellos ojos marrones, con aquel brillo inconfundible.
- Lucía ¿de verdad que estás a gusto aquí?
- Tío, me encanta esto, es... genial, de verdad.
- ¿Entonces qué es?
- Nada, no es nada. Sólo... nada.
Se encogió de hombros.
- Nada.
Sus ojos decían una verdad muy distinta; era todo, todo, estaba enamorada,
perdidamente enamorada de aquellos rizos pelirrojos que soñaba acariciar una
y otra vez.
Manuel le plantó un sonoro beso en la mejilla y se encaminó hacia la puerta.
- ¿Sabes? me recuerdas a tu madre... eres igual que ella, tan melancólica,
tan lejana con esa expresión soñadora... Ella también tenía esa mirada,
siempre me recordó en brillo que tiene el metal del ancla cuando está bajo
el agua. Era capaz de conseguir cualquier cosa que se propusiera, sabía que
sólo ella podía encontrar su puerto.
No vuelvas muy tarde esta noche, tienes que ayudarme a encender el faro, Eva
tiene el día libre.
- ¿Qué?
- Que Eva tiene el día libre así que tienes que quedarte tú.
- Ah. Vale. Si, estaré a las 12.

En la oscuridad de la luz 


   Y es ahora cuando sé que acabaré mis días aquí, envuelta de esta luz, de esta oscuridad, de esta pesadez que no me deja levantar cabeza.
   Y todo por amar, por intentar un día ser feliz, por querer un día tocar más alto, mucho más arriba de lo que llegamos por nuestra naturaleza animal. No acaba de ser bueno conseguir todo aquello que se nos cruza, que se nos antoja, lo que no cuesta un mínimo esfuerzo se le llama capricho, tal como lo quieres lo echas.
           [Que vas echando de más lo que un día echaste de menos.]
   Cerrada aquí dentro lo que antes parecían grandes problemas se me presentan ahora con claridad a muestra de tonterías, pequeños detalles que antes me hubieran hecho enloquecer. Ahora todo es muy distinto, las cosas no se ven igual, no encuentro ningún motivo que me altere, que me haga pensar que todos mis esfuerzos NUNCA han valido la pena. Es cierto que mis actuales no llegaran a servirme de nada, esa es la razón de no dar todo de mí, pero todo aquello en lo que antes creí me ayuda a no olvidar nunca quien soy, o mejor dicho, quien fui.
   A veces me levanto y tengo un sueño, una idea, una meta, un objetivo... tardo poco en darme cuenta que no me sirve de nada ilusionarme, de que nunca podré cumplir todo aquello que me gustaría, de que no va a poder pasar de un sueño. Entonces me siento y pienso, es lo único q puedo hacer e imagino todo aquello que pasaría de poder decidir mi vida por mi misma. ¿Qué sería de mi vida de poder escoger yo mi camino? Si, si, ya sé que mi camino lo escogí yo, pero para ser sincera, tampoco tenia muchas opciones donde elegir.
   Tengo tantas imágenes que me gustaría borrar... pero estas no se olvidan, estas no se van, si alguna noche me siento alegre, si tengo la suerte de dejar de lado por un momento todos mis males intento recordar la noche con las estrellas, un amanecer, la playa. Busco, busco y busco en lo más profundo de mi memoria, pero no puedo hallar los recuerdos más bellos que guardaba en mi mente. Parece que los males momentos han destrozado lo mejor de mí, mi última chispa de inocencia, estos momentos han logrado tapar mi recuerdo de una lluvia de otoño.
   Recuerdo... la primera vez que la sangre, mi sangre, cubría mi cara. Ese olor, esa pesadez, creo que hasta mis lagrimas eran rojas. Las pestañas llenas de sangre, no me dejaban ver. Recuerdo la sensación que me recorría el cuerpo cada vez que me abrían una brecha en la cabeza y de ella salía un chorro de sangre, los primeros caían por la espalda, luego cubrieron de rojo mi cara. Esa sensación que tienes una vez ya han terminado contigo, no llegas a entender (al menos la primera vez que esto ocurre) porque justo antes de empezar, sientes odio, rencor y necesidad de venganza y luego con cada gota notas que esa rabia va cayendo, cada gota de sangre anula un sentimiento, primero amor, segundo odio. Luego ya no queda nada, ni bueno ni malo, ni odio ni amor, nunca más, se puede decir que me anularon.
   Una vez que te quedas sola, todo lo que queda a tu alrededor es tu sangre y ese olor y como no Dolor, este sentimiento no te lo borran. Poco a poco empiezas a entender porque ya no sientes nada, porque ya ni te molestas en imponer tu fuerza cada vez que toca correr tu sangre.
   Sabes que no vas a salir de ahí, ese es el motivo por el que cada vez que llega alguien no puedes evitar mirarle con cara de dolor, de miedo, inconscientemente solo quieres hacerle ver lo que va ha vivir, en lo que se va a convertir su vida.
   El día que llegué yo aquí no venia muy alegre, pero reconozco que jamás podría haber imaginado un lugar así, ni pensando en lo peor, demasiada maldad. No sonreía pero sé que me brillaban los ojos ante lo desconocido, le llamaré una cierta ilusión a mi nuevo hogar. Si pudiese ahora me reiría ante la palabra hogar.
   Nada mas cruzar la puerta, la luz se apagó, si había alguna muestra de cariño, ahí desapareció. Vi ante mi una cara, esa cara y esos ojos, me explicaron lo que nadie mas se atrevió ha decirme, lo que las palabras no podían explicarme.
   No es bueno ilusionarse aquí, nadie te dice que de este sitio no saldrás, pero créeme, no hace falta ser demasiado inteligente para saber que con nuestro actual estado físico la vida no nos sonreiría mucho mas ahí fuera. 
   En los peores días puedes pensar que te están haciendo un favor. Los momentos de bajeza son los más difíciles de llevar. No llegas a entender, por más vueltas que le das, porque la vida esta jugando así contigo. Porque todo ha acabado para ti. Sabes que todo es real y esto es lo que más duele, mucho más que los golpes.
   He perdido la cuenta de las mañanas en que me despertaba y creía que todo había sido un sueño, pero con sólo abrir los ojos, descubría la verdad. Aquí ya no se sueña. Fuera de aquí, recuerdo que antes de dormir, cuando cerraba los ojos pensaba en lo que me gustaría soñar, hasta que me quedaba dormida. Ahora ya no, ya no tengo para soñar. Cierro los ojos y repaso una y otra vez lo poco que recuerdo de mi vida, no quiero quedarme vacía, sin nada de lo que yo fui y de lo que viví.
   Y cada día recuerdo un poco menos de mí.
   Aunque esta situación parezca normal, a veces tengo ganas de llorar, pero antes de que pueda callar mi llanto, las ganas se van. Al principio lloraba mucho, los ojos me dolían, estaban rojos e hinchados. Con tanta lágrima aprendes a no llorar. Una mañana me levanté y.. Parecía que me había quedado sin lágrimas, me sentía indefensa, hasta ese día lo único que podía hacer era llorar y parecía que ya no iba ha poder hacerlo más.
   Aunque pueda parecer poco creíble, hay días que creo que puedo salir de aquí, esos días son felices, nada que ver con la felicidad exterior, me levanto y me siento llena, plácida, tranquila conmigo misma.
   El tiempo va pasando, nunca más me he mirado en un espejo desde que entre aquí, miro mis manos y tengo bastantes detalles como para imaginarme la cara, sé que no soy la misma, me duele el alma sólo de pensar lo que han hecho de mí. A veces siento la necesidad de mirarme, de saber como estoy, o mejor dicho, como soy, cuando esto pasa me doy cuenta que me falta valor para afrontarme a mi misma. Dirijo mis dedos a mi cara y mientras la recorren tiemblan. Tengo poco tacto así que me hago la idea de que toco a otra persona, de esta forma logro calmar mis nervios. Noto bastantes cicatrices, sobretodo bajo los ojos, aunque la más grande esta en la frente.
   Las piernas también me fallan, tengo varias cicatrices, éstas si las veo, de hecho me gusta mirarlas, me hace no perder el contacto con la realidad. Las heridas dejan de doler cuando pasan los primeros treinta minutos, los que duelen más. Cuando llevan media hora haciéndote sangrar, llega el punto de no-dolor, casi, casi te podrías reír de, pero no le ves la gracia.
   Una mañana me recogieron temprano para la sesión diaria de dolor. Supe que seria diferente. Durante un momento pensé, que esa había sido mi ultima noche allí. Caminaba poco a poco a través de un pasillo mas bien estrecho y totalmente oscuro, hacia mucha calor y había mucha humedad, algo bastante parecido a un grito me saco automáticamente la idea de que iba a ser mi ultimo día aquí. Entonces empecé a verlo claro, todo aquello apestaba a sangre. De un golpe entre en una especie de sala, estaba bastante limpia, aunque la sangre la pudieron limpiar, no pudieron limpiar lo que allí se sentía. Sola, sentada en un rincón y temblando esperaba que vinieran a por mí. Estaba claro que algo me iba a pasar.
   Me gustaría poder describir esas dos horas que pase esperando. Cada vez que oía pasos me ponía en pie preparada para la ocasión, cuando se alejaban sin entrar me volvía a sentar, sólo podía rezar, sin ser creyente, para que vinieran rápido a por mí, prefería el dolor físico al psicológico. Me volvía loca esperando mi final. En esos momentos pedí que acabaran ya conmigo, con mi tiempo, con mis días. No se habían olvidado de mí, entraron, me cubrieron la cabeza, me ataron tan fuerte que deje de sentir las manos mientras esto duro. Me llenaron la boca de algodón.
   Creí que estar así era mi castigo, luego ya me hubiera gustado que lo fuese. De golpe un ruido rápido y.. Uno de los dolores más intensos que nunca haya vivido, algo me había desgarrado la espalda, un látigo. Empezaron a caerme latigazos a gran velocidad, sentía tanta rabia... Creo que el ultimo me llegó a gustar. Me rompí algún diente de tanto apretar. 
   Durante las dos semanas siguientes no me dejaron salir de la sala, ¡Dios! Como me dolía el cuerpo, no podía mover los brazos ni las piernas. Después del último latigazo soltó las cuerdas que me mantenían de pie, las que apretaban mis manos. Después de tanta crueldad o esperaba que me recogiesen y me curasen pero tampoco creía que me dejarían caer, yo no me podía sostener! me soltaron y caí redonda al suelo, como si me sobrara la sangre, al caer mi cabeza golpeó fuertemente contra el suelo, menos sangre para mi cuerpo.
   No me salían ni las lágrimas, no pude ni gritar. Y allí en ese trozo de suelo me quede unos dos días, nadie venia a por mí. Cerraba los ojos constantemente, intentaba no pensar en nada, solo esperaba la muerte pero esta no venia.
   !Muerte¡ El otro día la oí. No creo que me quede mucho tiempo, no me gustaría seguir mucho más así. Sabiendo que no puedo salir, así no quiero vivir. Tengo la impresión que de tanto sangrar también me quedaré sin sangre ¿Qué será de mí?.
   Al poco tiempo de estar aquí, oí que a veces dejan escoger tu final, tu muerte, pero ante varias opciones, no acaba de ser una elección libre, te dejan escoger la muerte, pero no tu vida. Fue lo último que escuche, nunca más he oído una voz. A base de golpes aprendes a entender las cosas sin palabras.
   No me importa como acaben conmigo sólo quiero que lo hagan. Mediante golpes o mediante sedantes. No importa, sólo me importa el fin, mi fin. Otra chica a mi edad pediría no morir, yo lo pido cada noche. Lo que cuesta entender la vida sin libertad, sin sentimientos, sin aquello que recuerdo llamaban amor. Ya no me puedo amar ni a mi misma.
   El otro día alguien gritó.
   Siento unas ganas incontrolables de salir de aquí. Nunca antes las había tenido. Pero por mucho pensar no gano nada, no se abre ninguna puerta, ninguna ventana. Todo sigue hermético.
   Poco a poco debo resignarme. Ya va siendo hora de que me cuente la verdad. Debo afrontar lo que pasa, lo que paso sin poder olvidar lo que pasará.
   Ya no hay nadie en la habitación de al lado no sé si esto sigue un orden, de ser así... 
Intento dejarme llevar por el dolor, creo que si consigo dormirme no me volveré a levantar. Y ahora eso es lo que quiero. Ya casi no tengo fuerzas ni para abrir los ojos.
   Quiero morirme pero no tengo fuerzas para matarme. Después de tanto luchar, ahora ya no veo el motivo por el que luchaba. Si pudiese morir fuera de aquí, ni que fuese la acera de la calle.
   Lo poco que queda mi, ese espíritu luchador, que me ha ayudado tanto aquí, ha desaparecido. Ahora si que me siento totalmente sola.
   Sé que me queda muy poco aquí, ya no hablo de este sitio, sino del mundo, noto que me queda muy poco tiempo de vida.
   (...)
   Esta noche no podía dormir, se oían muchos ruidos, me sentía muy inquieta.
   Han venido a buscarme al amanecer. Lo sabia!. Me han llevado a una sala bien iluminada y ventilada, blanca y amueblada únicamente por una mesa y una silla.
   Sola en esta habitación. Sobre la mesa un escrito me anunciaban de una manera bastante cruel, que mañana a estas horas ya no estaré aquí, ni aquí, ni allí, ni en ningún lugar. Me pedían que escogiera mi fin. No me dejaran salir de aquí hasta que me muera. Qué difícil!
   Quiero sedantes, quiero morir lentamente, recordando en mis últimos momentos, cada instante de mi vida. Intentando revivir la felicidad de vivir, antes de irme para siempre, gracias a mis recuerdos, a mi pasadora mi vida. Ya no sé si quiero morir.
(...)
   Me quedan dieciocho pastillas. Una para cada hora y.. Se parará mi reloj. Cada vez que me toma una me esfuerzo en recordar a una persona importante para mí y una situación que me uniese a ella.
   Quince: Empiezo a recordar la felicidad. Me han sentado en un rincón, la cabeza se me va, así que no puedo esperar mi muerte como los padres esperan a su hijo justo antes de tomar la vida en su cuerpo, arriba y abajo de una sala.
   Trece: Empiezo a ver mal, borroso, querría llorar, gritar... pero no tengo fuerza. Me mata aun más que las pastillas, la agonía de tener que esperar que pasen con la máxima rapidez, esos sesenta minutos que me separan de la próxima puñalada.
   Ahora no me quiero dormir, quiero estar despierta las doce horas que me quedan, no me quiero descontar. Me quedan doce.
   Diez: Qué frívolo parece todo esto. Que cruel. No pudo describir, ni acercarme a explicar lo que siento, la vida se me esta yendo! Es muy duro ser consciente de esto. Demasiada carga emocional, sino fuese porque de esta sé que no voy a salir, me volvería loca, sino lo estoy ya.
   Cinco: Después de todo, empiezo a perdonar. Ya quedan menos, cuatro. De aquí a unas horas no quedará nada más que mi cuerpo. Que hagan del lo que quieran. No creo que ahora me traten bien.
   Dos: Las piernas ya no las siento. He pedido un espejo. Quiero antes de morir verme de nuevo ahora si que me siento con fuerzas, total! Sé que de este disgusto no me voy a morir.
   Solo me queda una pastilla. Siento mucha rabia. Si tuviese fuerza y medios me cortaría las venas. Valor no me falta.
   Han traído el espejo.
   Última: Me está costando tomarla. Llevo horas esperando esta pastilla y ahora me cuesta hacerlo. Sé que ya no hay vuelta atrás pero aun así no me acabo de convencer.
   Primero me miraré, después me la tomaré por mí.
   No me reconozco ante el espejo. Da igual, no le voy a dar mas vueltas. Es demasiado tarde para preocuparme ahora por esto.
   Ya está! Ya me he tomado la última pastilla con la cabeza muy alta, orgullosa de lo que ha sido mi vida. Nunca he sido una mala persona. He querido y me han querido. Se acabó.
   He roto el espejo. Ya tengo los medios y el valor, la fuerza noto que me va subiendo.
   Me ha gustado vivir. Ahora me toca morir. Noto que esto ya se ha acabado. Gracias.

   [Cuando la entraron a buscar yacía al lado de la mesa, blanca y tan llena de sangre...]

Carla

El café


Sabes que es sentir que las palabras se ahogan antes de ser pronunciadas? Sabes que es sentir que uno va a morir solamente al intentar expresar sus sentimientos? 
Ella intentó contárselo. Vivía en un mundo donde expresar sentimientos estaba fuera de lugar, pero aún así, sabía que vivía en un mundo donde las posibilidades no tenían límites. Porque renunciar a ello?
Armándose de valor la citó en una cafetería tranquila. Dicen que las mejores decisiones se toman delante de una comida... igual delante de un buen café también serviría.
El lugar era lo de menos. Poco le importaría después de lo que tenia intención de contarle. Al fin y al cabo, para decir según que cosas, el lugar carece totalmente de interés.
El día lo escogió bien. Hacia un frío intenso en la calle, hecho que le aseguraba, al menos, que se lo pensaría dos veces antes de levantarse y largarse. La calidez de una bebida caliente le permitiría crear el clima de relajación que necesitaba para afrontar los acontecimientos.
Cristina llegó puntual. Era habitual en ella, y por tanto no de extrañar. Era una mujer bella sin ser especialmente guapa, inteligente sin necesidad de demostrarlo de manera alguna. Convincente y divertida. Podría recitar muchos mas adjetivos igual de interesantes para definirla, pero en fin... para mí, Cristina era especial. Nadie más que yo hace falta que lo llegue a entender.
Estar a su lado era desaparecer por completo del mundo. Era minimizarse hasta la última expresión. Era sentir emociones a raudales, era vivir y morir al tiempo... era como detener los minutos y las horas para después perder la cabeza y no saber contar mas que los instantes de su ausencia... esa es, o mejor dicho, era mi Cristina.
Mi llamada no la sorprendió en absoluto, pues estaba mas acostumbrada a recibirlas que a ha hacerlas. 
Solamente entrar en el local, sus labios regalaron una magnifica sonrisa. Chica alegre, pensé yo!
- Holaaaaa – siempre empezaba las frases alargando los saludos, para así dar mas importancia a su presencia- Qué pasa?
Lanzó directamente la pregunta, mientras a la vez que salían las palabras de su garganta, miraba fijamente al camarero exigiéndole su atención inmediata.
Tenia la virtud de ser el centro de atención donde fuese. Virtud que ella sabía muy bien, y que usaba a su favor. Simplemente sabía como ser exigente. Es una de esas mujeres que saben perfectamente que quieren, y luchan para conseguirlo. Lo más extraño es que lo conseguía sin ningún esfuerzo.
- Bueno, dime, que querías con tanta prisa?
Era mi oportunidad. Si en aquel preciso instante de mi vida hubiese tenido el poder de parar el reloj del mundo, lo hubiese hecho sin pensarlo. Mi cabeza había ensayado mil y una veces esa escena, con más o menos éxito, para asegurarme que no me bloquearía en el peor momento. Aún así, aun sabiendo que una de las posibilidades era atacar directamente al grano, no supe que responder.
Es injusto y a la vez cruel. Solamente aquel que haya sentido una rabia tal, sabrá que se siente. Solamente aquellos que hayan superado una prueba parecida podrán aportar algo de luz a lo que se convirtió inmediatamente en las más profunda oscuridad de mi mundo.
Cristina, mi amiga Cristina, a quien me unía mucho mas que un simple afecto o amistad, ignoraba totalmente cuales eran realmente mis sentimientos hacia ella. Tenía esposo e hijos. Una vida acomodada, un buen trabajo y muchos amigos. Yo... carecía totalmente de ello.
Tenía derecho a contarle mis sentimientos, aunque supiese ciertamente que seria el principio de nuestro fin?
Tenia derecho a obligarla a escoger, entre mi amor y su familia?
Tenía, simplemente, derecho a contarle lo que pretendía?
No. No sabiendo, porque lo sabía, que para Cristina el lesbianismo no era una opción a escoger en su vida. No sabiendo que para ella yo era su querida amiga, y como tal no esperaba nada a cambio, pero tampoco quería sentirse exigida. No, sabiendo que ella, si se sentía presionada, se largaría de mi vida, con mucha tristeza pero con paso firme, y sin mirar atrás.
Entonces... cuál era mi opción?

El silencio que invadió durante unos minutos nuestro rincón en la cafetería no pasó desapercibido para ella. Era audaz. O al menos eso siempre había creído. Era exigente, siempre lo había demostrado. Su exigencia a veces me parecía cruel, por eso temí que repitiese de nuevo su pregunta. La segunda vez, pensé yo, no usará ese mismo tono. Se convertirá más en una exigencia que en una pregunta. Esa posibilidad me paralizó, aún si cabe, más.
En su lugar me sorprendió una mirada de ternura. Cogió mi mano, acarició mis dedos y, después de un largo rato, se limitó a decir:
- Tranquila, no hace falta que digas nada. Lo sé. Para mi siempre serás un libro abierto.
Se levantó y se fue.
Tres meses mas tarde recibí una carta suya, la primera noticia de ella des de lo que fue nuestra última cita.
El remitente la situaba en Chile.
En ella escribió:
Querida amiga, amada amiga;
Supongo que habrás mitigado el dolor de tu corazón. Solo quiero que sepas el porque de mi decisión.
No me asustaba dudar o poner a prueba mi matrimonio. No me asustaba dudar o poner a prueba mi sexualidad. Solamente no quise descubrir todo lo que estabas dispuesta a ofrecer por mí. El amor, en su estado más puro, asusta más que atrae. Y por primera vez en muchos años tuve plena conciencia de estar asustada. Y no me gustó.
Para mí, tú siempre serás la imagen de la pureza, del valor y de la lucha.
No te rindas!


Pasaron los años, sentí lo mismo por otras y lo viví. Lo sufrí y lo disfruté. Pero ahora, en el crepúsculo de mi vida siento que Cristina fue algo especial. No por lo que pasó o por lo que me habría gustado que pasase. Simplemente porque con ella aprendí que para no dañar un amor debes de renunciar a él. Solamente la idealización permite mantener intacta la pureza y la pasión a lo largo de los años.

Guu

Crónicas del Sapo I

1/I/1998

Tu ausencia será monstruosa; no me existirás. Te llamaré y habrá silencio tras esos números primos, memorizados a golpe de índice. Tampoco nos cruzaremos en el barrio. Imposible sentirnos. Vas a cazar novedades junto a seres hostiles, gentes desconocidas que te han atraído con la promesa de nuevos mundos. Tú nunca me regresarás, dejarás morir este amor por aquello de la ley de vida. Pides en la agencia un billete de ida; sólo estarás unos días fuera. Muchas horas apretujadas en las que no nos existiremos. Como nunca, menos aún de lo que no nos existíamos antes de conocernos. 
Santa Voluntad tuya, hecha de viaje catártico, de meñiques independencias e ilusiones febriles. Ni siquiera me habías dado tiempo a desahogarte el nudo corredizo del alma (por si querías soltarte), y ahora vas y cortas mi cuerda con el ala de un maldito avión. No te das cuenta de que me dejas, soga de esparto, anudada a tu amor; cuánto más lejos te vayas, más se tensará. E incluso puede que me ahogue. Cuando regreses, entre tus souvenirs caprichosos, me encontrarás a mí, amoratada y deforme por dentro, como contenida toda la ternura que no habré podido darte durante este tiempo. O quizás cuando me busques para enseñarme las fotos, yo ya no esté. Seguramente alguien me habrá dado por muerta. Una pobre borracha muerta de frío.

3/I/1998
(13:30)

Me estoy desollando de añoranza. No puedo soportar que te vayas porque sé que no me volverás. Tu crueldad ha convertido mi futuro en jirones de porquería inservible. Y no puedo ni beberme el café, tan salado de mis lloros. Lágrimas porque no entiendo. No puedo entender que me quieras tan nada como para que me despojes de ti con total impunidad. Yo jamás cometería este crimen, ese abuso de autoridad amorosa que es la separación gratuita. Sabes que me abriría la yugular a manotazos con tal de no perderte. Llevo amándote tanto tiempo que creo haber nacido de tu vientre. Por eso me quedaré tan sola, con este amor sólo de ida.

4/I/1998
(02:56)

Capítulo primero del culebrón: cuando te dije que estaba enamorada y no te confesé el nombre. Con un beso de casta hermandad tú me quisiste comprender. Luego, en casa, comprobé que tus labios, demasiado afilados de pureza, me habían hecho sangrar toda la tarde. A cada mentira, a cada disimulo, te quería más. Me convertí en una pura contradicción para poder curar tu grave caso de autismo emocional. Malgasté paciencia, ternura y tacto para que me miraras, para que sintieras. Y después de tanto esfuerzo, pretendes amenazarnos con la separación caprichosa. Para ti es todo tan aséptico, puntual e inocente, que me haces pensar que tanta desesperación mía es enfermiza. Creo haber contraído el síndrome letal de tu presencia. Y por lo visto me queda poco tiempo. Me niego, entonces, a ser cómplice de esta lenta eutanasia. 
Si decides huirme más tiempo del pactado, no te lo pondré fácil. Me daré tanto asco cuando no estés, que mis manos necesitarán tu cuerpo y chocarán, torpes, con otros cuerpos. Tropezarán mis labios. Mi piel se humedecerá, asquerosa como la de un sapo, junto a otras pieles. Iré de charca en charca, a cuál más pestilente, dando ridículos saltitos de desamor. Croaré a los juncos preguntándoles cómo, misterioso anfibio, pudiste amar a este sapo que jamás se convertiría en nada.

Júlia Roig

Crónicas del Sapo II

5/I/1998
Si supieras cuánto dolor egoísta y mezquino pienso acumular durante tu ausencia, no volverías nunca. Te quedarías allí, en tus fríos mundos. Y cada atardecer clavarías tus agujas de hacer punto a un muñeco de nieve que se me parecería. Una nieve triste y sucia, como una masturbación hecha de recuerdos. 
Se me olvidaba que para ti, todo este drama barato, es sólo un vistoso despliegue imaginativo, un desatino de posesividad. Yo, la amante insegura. Pero no, que de verdad tienes razón, sólo que resulta que te amo jurando eternidades con la mano izquierda atada a Neruda y mis vísceras haciéndose, vuelta y vuelta, sobre tus brasas. Y si decides dejarme tras esta locura transitoria, notifico públicamente que no pienso devolverte ni una sola de las partículas de afecto que me diste. Son mías, y si no me las tomo antes de acostarme, de veras que no puedo cerrar los ojos. 
Me cansa estar pendiente de tus veleidades, ser la centinela de tus antojos. No sea que te salga una roncha en el alma en forma de desamor. Esta dedicación total pesa demasiado. Y tú no me ayudas a llevarla a hombros, por eso yo intento distraerme con cuantos ojos compasivos se me cruzan camino del Gólgota. Pero ninguna mirada se parece ya a la mía, tan heridos tengo los ojos de ti, que asustan de puro amor. 

7/I/1998
Nigromante de grandes gestos, hoy me haces una concesión: Podré depositar mi última ofrenda sobre tu cuerpo. Pero las divinidades se adoran en los templos, no en el matadero. Animal condenado a la muerte de tu despedida, alargo lo más posible el camino a casa; prefiero la enérgica agonía de la espera que no el momento mismo del degüelle. Quien sabe, antes de que la hoja rozase mi piel, aún podría salvarme. Temblando, pues, los miembros fríos como la intención, iré pensando en tus ojos lascivos, casi de psicópata. La mirada terrible, tan ciega de amor, rebosando traición. Y si resulta que, definitivamente, yo ya no estoy en tu retina, que me has olvidado en cualquier cajón...

Fundido en negro. Hay dos anclas en mi cama. Tus caderas me impiden, huesos de calavera imposible, ir a la deriva de mi sueño, como estrechísima red, me ancoran a tu cuerpo. Siento el descaro, el orgullo de ser presa sangrante entre tus muslos. También tengo miedo, pero creo que no me has visto llorar. Y mientras te adormecen las olas de mi brazo bajo tu cuello, a mí me duele la carne apretujada. Sufrimiento gozoso, pido más horas a la madrugada; necesito la agonía de miles de navajas atravesándome cuello y espalda. Vendo músculos y tejidos, por tenerte siempre a mi lado. He intentado agarrarte para no soltarte jamás, por eso he besado tu sexo devotamente, improvisando a la vez un conjuro, el amarre definitivo para que no salgas de mí y te vayas mañana. Quizás te ahogaría en mi pecho, y mis piernas en tu cintura serían las cadenas y, de tanto deseo sin ley, te mordería sin ninguna piedad. Luego, lo juro por mi alma, lamería las heridas hasta despellejarme la lengua. 

Quisiera volver una y otra vez a tu piel. Te llamo y me contesta tu espalda, respiras lentamente. Escondes esmeraldas bajo los párpados. En vano intento salvarte de tu egoísmo susurrando versos enmohecidos. De repente, siento celos de Morfeo, que podrá abrazarte todas las noches de tu vida. Me rebelo a creer que, con lo que yo te quiero, te vayas a un país donde yo no existo. Porque yo no vivía en ti antes de conocerte, pero tú ya te vivías sin mí. No me necesitabas, y eso no puedo aceptarlo. Cómo es posible que, ahora que me conoces, puedas dormir con tanta tranquilidad. Yo que ya no escuecen y una punzada me los cierra. Debo guardar tu imagen para poder dormir de aquí al resto de mis noches. 

8/I/1998
Me levanto de la trampa-cama separándome de tus tentáculos de piel. Ya no sé cómo quedarme a tu lado y no romper a llorar como un párvulo. Me siento en el suelo y, a cada ruido que hago, me desgarra la culpa. No quisiera desvelarte, tus reproches narcóticos serían aterradores. Enciendo un cigarro y quizás pasarán varias horas hasta que no me lo acabe. Con el humo aspiro tu aroma en mis dedos, y me vuelve a marear el deseo. Porque, y es cierto, podría beberme tus líquidos, tus vísceras, las secreciones más íntimas, sin hacerles ascos. A condición de que tú fueras cáliz, hostia, ofrenda, víctima, sacerdote, herida mortal y cuchillo. Pero nunca te lo diré porque seguro que no entenderías nada, y me mirarías con esos ojos metálicos que se te ponen cuando no te crees nada. Me amenazarías con tus celos de mantis, insecto voraz sobre mi tálamo. Puede que me acusaras de demencia, de antropofagia. Pero te miro. Y ahora que no me oyes urdiré un plan infalible. Hibernación, como los osos. Me atiborraré de diazepam o de cualquier otra porquería y dormiré hasta que regreses; no, mejor, hasta que se te haya pasado la añoranza de tus recién abandonados mundos. Dentro de un año, o dos, o nunca. Y a fuerza que me tendrás que buscar y me besarás en los labios suavecito y el cuento será al revés y me amarás y me pedirás en matrimonio. 
Entonces, entre tanta autocompasión, siento el desamparo. Has ocupado toda la cama. Y me sonrío con ternura de crío soñoliento; sé que pasarán muchas horas o algunos minutos hasta que me atreva a tenderme a tu lado. Quizás te abrace por la espalda, esperando a que te revuelvas desde tus nebulosas regalándome un quejido, dándome aliento para no ahogarme en mis interiores. Dejarás que mi mano descanse entre tus piernas, donde encontraré la alegría de miles de mares, enloquecidos por tormentas de saliva. Porque cuando te siento más cerca es cuando te abandonas con pereza a mis caricias y consigo, despacito, descubrirte que fuera, en la hostilidad de las calles y sus gentes groseras, ya clarea. Hambre sin sueño que te busca a ti, que regresas de tu mismidad. Llegada la luz, te empiezas a amar, me necesitas como instrumento, espejo donde acicalar tu sexo brutal. Te deseas tanto, que me convences para utilizarme. Me quemas labios, piel y pecho. En ese instante de absoluta vulnerabilidad sólo puedo oír el silencio erizado de tu lengua desperezándose en mi boca. Buscas, entre mis caricias, el ritmo de una Venus brillantísima o de centenares de lunas llenas. O a lo mejor quisieras arrancarme de la garganta algún verso inédito. Y también coges la maleta. Quizás me quieras. Por eso te dejo marchar sin que me veas esta mirada de loca, tan húmeda, desviada y triste que asusta de puro amor.

Es por nuestros futuros de ojeras, cansancio, sábanas revueltas y cabellos en la almohada, por la pura hipótesis de tu amor, que esperaré sin el rencor de la infidelidad. Es por todo el deseo y el desdeseo, amistad o batalla, que escribo sin sueño, anhelando a que te decidas a volver, a darme otra noche de abandono u otra madrugada de soledad. Binomio: amar como una loca, esperar como una imbécil. Fuera, como en todos los dramas baratos, llueve. Y el sol de las farolas luce amarillo y gigantesco, como un cíclope protector.

Júlia Roig

Una historia de Amor

“Es la historia de un amor.......”, así empieza la canción y así termina la historia de una niña  que no llegó a ser mujer.

Ella nació y se crió dentro de una familia normal, entendiendo como normal, un padre ciertamente represivo y una madre quizá demasiado preocupada por el que dirán, sumando a todo esto constantes cambios de domicilio por cuestiones de trabajo.

Paso parte de su infancia en África, donde recibió una educación en la que el rol de los niños consistía en parecer muy hombres y el de las niñas ser unas delicadas damiselas; ya desde muy pequeña, se dio cuenta que ella no era como las demás, no le atraían las cocinitas, ni los vestiditos, ni siquiera sentía curiosidad por saber y ver las “cositas” de los niños que en sus compañeras de juegos causaba una enfermiza obsesión. 

Ya en su pubertad, viviendo en Europa, comenzaron algunos cambios que aún causaron mayor extrañeza en ella, y a su vez, mayor preocupación en su madre que ya empezaba a creerla influenciada por el “Maligno”, mientras las demás jovencitas comenzaban a preocuparse por las pinturas y los jovenzuelos que empezaban a zumbonear a su alrededor, ella notaba que su atención se desviaba hacia lo mismo que buscaban los chicos, cosa esta, que dentro de la ignorancia que se tiene a tan temprana edad, fue tema de desasosiego interior e incluso casi de conversación con su confesor.

Llegó la adolescencia, y con ella, aún con mas fuerza, los dilemas morales, -¿estará bien lo que siento?, no es normal -pensaba ella, mientras las demás chicas ya empezaban sus primeros escarceos amorosos, a ella, cada vez más, le atraían las chicas, y eso le producía una gran confusión, sólo había oído hablar de ello como una desviación propia de herejes degenerados y gentes de mal vivir, ¿cómo ella, siendo de buena familia y con una educación envidiable podía tener ese mal?.

Reuniendo todo el valor del cual fue capaz, se lo contó a su madre, era la primera vez que se lo contaba a alguien, y quizá la ultima, puesto que la reacción fue mucho peor de lo que esperaba, esta no tardó en ponerla en manos de teólogos y exorcistas para que sacaran de su interior el “malvado espíritu” que le comía las entrañas y el entendimiento; tras esta respuesta por parte de su madre, y la aún peor de su padre, fue internada en un colegio para jovencitas descarriadas, en el cual podría ser redimida y a la vez olvidada durante algún tiempo.

El ingreso en el centro fue la experiencia más amarga que había tenido jamás, despreciada por su familia y recluida sin haber cometido delito alguno, sus primeros días fueron una horrible pesadilla, pero una vez asumida su condición de “presa de conciencia”, intentó integrarse en el grupo. La mayoría de las chicas procedían de familias como la suya, lo cual, le hacia más incomprensible la propia existencia de ese centro.

Al poco tiempo de estar allí tenia ya un pequeño grupo de amigas, entre las cuales había una con la que enseguida hizo una más profunda amistad, eran muy parecidas, les gustaban los mismos libros, la misma música, en resumen, la mejor amiga que se podía tener, se hicieron inseparables, tanto es así que despertaron las sospechas de las demás compañeras, así como de la dirección del centro, que empezó a observarlas discretamente.

Ante esta sutil persecución, su amistad fue convirtiéndose en amor, un amor profundo y verdadero, como sólo aquellos que son fruto de la desesperación pueden serlo, un amor prohibido y oculto a los ojos de los demás, sin manifestaciones externas, sólo las que tenían lugar en rápidos encuentros. Esos besos medio robados en algún rincón oscuro y apartado dieron paso a una pasión sin límite que se hacían llegar por medio de notas, las cuales, cada una leía en la intimidad de su habitación, y que les hacia soñar con un mañana mejor, fuera de aquellos muros, lejos de los cuales vivirían su amor en plenitud y libertad.

Pero un fatídico día uno de aquellos mensajes fue incautado y su apasionada relación quedo al descubierto, fue destapado su pequeño secreto, y en castigo, fueron separadas. Esta tortura sólo consiguió que su amor se fortaleciera aún más, tanto incluso, que en la desesperación que les producía la distancia, por medio de breves notas llevadas furtivamente, concretaron su fuga.

Llegado el día, consiguieron zafarse de sus vigilantes, y una vez juntas, se fundieron en un apasionado beso, el primer beso de amor que se habían dado....., el primero no robado...., el primero de verdad......, el primero que dio paso al amor......, al amor entre mujeres, por vez primera exploraron sus cuerpos, desnudaron sus almas y se fundieron en un sólo ser.

Comenzaron su huída en pos de la libertad que les había sido negada, de la relación tanto tiempo añorada y planeada. Cuando ya lo iban a conseguir, puesto que sólo les quedaba el último muro, ocurrió algo que la pasión no les dejo ver, saltaron al vacío sin fijarse en la altitud.

Quedaron tendidas en el suelo, destrozados sus frágiles cuerpos, con sólo un pequeño hálito de vida, se miraron, y en un último y sobrehumano esfuerzo, tendieron sus manos, llegando a rozarse con los dedos.

Al día siguiente las encontraron sin vida en el lugar donde habían caído, con los dedos entrelazados y una sonrisa en los labios, una sonrisa que significaba el triunfo del amor, por encima de muros y cadenas, por encima de convencionalismos, por encima de creencias, una victoria total, puesto que sus almas ya estaban enlazadas en la eternidad.

BarbWar

Hielo

El teléfono sonaba. Dejé los folios tal como estaban y solté el ratón después de guardar el escrito, más de una vez ya la luz me había hecho arrepentirme de lo contrario. Bajé las escaleras como una exhalación, resbalando ligeramente en los dos últimos peldaños, los aullidos del sonido me estaban destrozando los oídos pero era la única manera posible de no ignorar las llamadas hasta que subiera el cable de la línea a arriba. Que recordara en un inconsciente cálculo, llevaba así dos años. Mientras alargaba la mano para coger el rugiente aparato me vino a la cabeza la imagen de la casa vacía, sucia, llena de polvo y cajas de cartón mal embaladas a medio abrir por todos lados, yo sentada en el suelo sin tener mejor aspecto que todo lo demás, soñando con fantasmas dentro, con despertares en una cama bañada por el sol con un cuerpo desnudo al lado mío, con estanterías y aparadores y mesas llenas de incontables detalles, objetos y fotografías, oyendo al fondo a Lennon desde un radiocasette negro dejado en él mármol, frío, llenar el silencio.
Aparté esos pensamientos (si es que acaso lo eran) de mi mente y dije un hola un poco confuso. Cuando me abstraía tenía que hacer verdaderos esfuerzos para volver a la realidad. Al otro lado habló una voz femenina que conocía perfectamente en todos los tonos de los que era capaz, sensual, nerviosa, enfadada, ausente... Me rasqué el nacimiento del pelo a la derecha, mi remolino preferido, al par que miraba el reloj, si, eran las cinco de la tarde. No, no pensaba salir esta tarde. Claro que quería verla, aunque no lo pusiera en palabras (nunca supe defenderme bien por un teléfono) en realidad me moría de ganas de tenerla entre mis brazos, lo había estado deseando todo el día. ¿Ver una película? si, aquí hacía más fresco que en la calle, al menos yo no iba a decir otra cosa, ni que no podía existir otro lugar en la tierra donde hiciera más calor que en mi habitación, ni que la camiseta que llevaba se me pegaba a la piel por el sudor, ni que me acababa de acordar que tenía que regar las macetas ya si no quería perder mi intento de paraíso selvático. Ay, le habría dicho que aquello era el Polo Norte con tal de que viniera.

Cuando colgué tenía dos horas antes de verla, otro estudio sobre el nitrógeno que pasar, un vecino con el techno que no sé como no le reventaba los oídos (cerebro creo que no había mucho que explotar) y una enredadera de interior delante suplicándome agua. Di vuelta atrás y abrí el mueble de la cocina donde estaba la jarra de plástico. Me gustaba ver el agua cayendo, tomando su forma, ascendiendo transparente hasta el filo. Al sacarla del fregadero, como siempre y tratándose de mí no podía ser de ninguna otra manera, me mojé media camiseta dándome un escalofrío entre desagradable y delicioso en el estómago. La verdad que tuvo que ser gracioso verme dar el salto. En fin, desde luego que yo sepa ninguna planta se rió. Me llevé una mano empapada de agua fría a la cara, la metí otra vez y me la pasé por el cuello y los hombros. Luego recorrí todas las habitaciones, dándole la razón a mis amigos de que vivía en el interior de la jungla tropical.

En mi defensa diré que tenía intención de terminar el proyecto, incluso dejé que la música invadiera mis dedos a la vez que escribía las primeras hojas, pero respiraba el olor a cerrado de aquellos días, veía las paredes que daban ganas de llorar, pidiendo a gritos dos manos de pintura, sonreía al ver, cansada, las hormigas que en fila marchaban desde el césped imposible del jardín al agujero al pie de la fachada. Necesitábamos un milagro, la casa y yo. Vagamente se adivinaba que en otro tiempo había sido blanca, ahora se notaban más la cal azul de los desconchones y la hierba allí donde faltaban tejas, que cualquier otra cosa. Pero el espacio enamoraba, el mismo abandono, la tranquilidad absoluta, enamoraban. Y caí rendida totalmente al primer vistazo. Al día siguiente ya estaba firmando el contrato. Me cautivó el desorden, la sensación de intemporalidad y estancamiento vivo con una esencia latente debajo, la personalidad del lugar, el pasado inherente a esos muros viejos, gastados, y aun así, hermosos. La enorme luna que parecía que fuera a tragarse al mundo, desde el porche trasero. La soledad calculada a las afueras de la civilización. La historia que se respiraba allí contenida, ajena a todo e imperturbable, independiente y a la misma vez anclada en el corazón de la vida. Subyugó por completo mi alma, conectaron en su amba eternidad.
Tenía que amarla, aunque me arruinara y en ocasiones me desesperara. Aunque recordara mil veces los lujosos pisos que había denegado en comparación con ella. Me hizo un corte profundo en una mano con una cañería, me hizo llamar temblando a un amigo con sus ruidos, sus crujidos y los golpes de las contraventanas. Pero poseía sobre mí el mayor de los influjos, me había enamorado.
Y hubo otra cosa. Con su dejadez y misteriosa belleza me transmitió el eco de mi idea inconfesada, mi intención oculta, decir adiós a la vida antes de los 40, suicidarme antes de ser el espíritu decrépito de lo que soy ahora. Siempre me había horrorizado el convertirme en el reflejo ambiguo, arrugado, de la vitalidad, la estética, las posibilidades del ser que soy. Me iría antes de tener más años detrás que delante, en el punto cumbre de mi existencia, viendo todavía a lo lejos el declive. Algo en esta casa me hizo más sensible a algo que siempre había convivido conmigo, jamás puesto en los labios para trasladarlo a otro alguien.
Mmmm... las noches interminables tumbada con ella haciendo un alto en los arreglos, el deseo irremediable y electrizante que nos embargaba. Una botella de champagne vacía tirada en el suelo... un rastro de ropa desde el jardín hasta el último remate del pasamanos... una tormenta de pasión estallando en la habitación con una única cama. Y después la mañana, el adiós indefinido... la esperanza de una noche más... y otra... y otra. Los portazos que hacían temblar los infiernos, los gritos y las preguntas insistentes, repetidas... ¿cuándo?, ¿cuándo?... ¿cuándo vendrás a vivir conmigo?... y las despedidas, las lágrimas, las respuestas inútiles... quiero ser libre, no quiero estar atada a nada ni a nadie... entonces la incertidumbre, la rabia, la nueva esperanza... la vuelta, una tarde, en el timbre de la puerta. Tal vez no seamos tan diferentes, se piensa en el crepúsculo, sólo que yo la necesito como el aire, y ella cree que me necesita, y viene el miedo. Yo me moriría, y ella no. Pero no lo sabe.

Tengo sed, pensé, la garganta me quemaba, así que salí de mis profundas divagaciones. De pronto me quedé mirando la pantalla del ordenador como si fuese un ovni que se hubiera materializado de repente... estuve un par de minutos absolutamente en blanco, esperando que se desvaneciera. Y lo vi, y me golpeó como si se me hubiera caído el microondas encima desde la mesa... no llevaba ni 4 páginas. Dios, era increíble q con 22 años, Iris, tras una carrera prodigio, fuese una de las personas más importantes y prometedoras del laboratorio de química más importante de todo el país. Increíble... creo que me quedé con la boca abierta. Iba a tener que traspasar mi propio récord... con únicamente dos días por delante. Tenía sed, me di la orden inconsciente de cerrar la boca y me levanté de la silla. Me quedaban unos 10 minutos antes de oír girar en la cerradura la llave que tanto me costó dar y que casi no se utilizaba. Las llaves también limitaban la libertad.

Agua, no. Tomé un vaso alto, metí cuatro hielos y me serví un martini blanco. Mientras subía otra vez por las escaleras para arriba, se me resbalaba de la mano, húmedo por el vaho entre el frío y el calor. Sólo le había dado dos tragos, sentada de cara a la ventana, con las piernas cruzadas con mis vaqueros rotos por todos lados de hippie y el codo del brazo que sostenía el vaso apoyado a mi derecha en la mesa, cuando avanzaron los pasos golpeando la acera. Acto seguido entro en acción la llave y el chasquido de la puerta. Una vaga luz ascendió por el hueco de la escalera al el fulgor de la calle y ella. Me quedé como estaba, me encontraría.

Cuando entró en la habitación fue como una marea fresca que todo lo borrara. Incluso mi conciencia y el sentido de mi misma. Concentró, absorbió toda mi atención, me esclavizó en seguida, con cadenas de hilos invisibles. Estaba guapísima. Era guapísima. Miré un segundo el vaso y lo dejé en el filo del cristal. La ropa... ni me di cuenta. Eran sus ojos, su expresión, su boca. Mi nombre... Iris. No le dejé decir nada más. Me levanté como si su simple presencia material fuera un imán, el más poderoso del mundo. Le di un beso increíble. De película. Hundí una mano en su espalda y otra en su vientre, debajo de la ropa. En breves instantes estábamos sin ropa. Tumbada en la cama, yo enfrente. Nos mirábamos, yo de pie. Sonreí indescriptiblemente, incluso para mí, y encontré el vaso, a mi derecha. 
Apuré el martini sin dejar de mirarla. Hizo un gesto sensual con las caderas y volvió a repetir mi nombre en una llamada sorda... Iris. Puse el vaso en el suelo, al lado de la cama, y cogí un hielo. Me senté sobre sus piernas, que quedaron entre mis rodillas. Lo posé un instante en sus labios entreabiertos, dejándola beber unas gotas heladas. Entonces lo dejé resbalar por su garganta, erizándole el vello, recorriendo con una lentitud desquiciante la franja en medio del pecho. Llegué hasta el ombligo, sin tocarlo. Levantándolo, a la altura suficiente para que pudiera verlo, dejé caer tres gotas dentro. La sacudieron varios escalofríos, como si fueran una gran ola abriéndose paso a la orilla. Cambié el hielo de mano, y con la derecha me agaché y cogí uno más. Los dirigí hacia sus pezones firmes ya, directamente. Emitió un gemido profundo al sentir el primer contacto, que me excitó más aún. Los froté fuertemente, sus piernas debajo mío se apretaban y se relajaban, cadenciosamente, sin una partitura definida pero con ritmo. Era delicioso ver como se derretían y llenaban mis manos y sus pechos de agua congelada, rompiendo el calor flotante, no pude resistirme a acercar mi lengua a una de aquellas dos fuentes, y beber. Coroné con ella la punta de los dos iceberg que se alzaban ante mi y llené sus montes con mis manos abiertas. Sentía cada vez más, la humedad, mía, suya, que se abría paso, absoluta, entre nosotras. No sabría expresar el placer que sentí al besarla, fue demasiado maravilloso.
Aún quedaban dos hielos, cogí uno y marqué con su rastro la periferia de sus muslos, sus piernas hasta los tobillos, recorrí las plantas de sus pies mientras notaba su estremecimiento. Lo gasté detrás de las rodillas, suavemente, en la cara interna de sus muslos, en el punto último de la columna. El último, fue mi juguete. Lo acerqué a mi lengua, lo lamí, mis ojos fijos en los suyos, rocé con él mis propios pezones, recreándome en ellos. Exhalé un suspiro y me incliné sobre su sexo. Estremecí sus ingles al par de mis movimientos, sobrevolé el ansiado triángulo con las esquinas de mi arma, y finalmente dejé que se deshiciera en sus labios más frondosos. Estaba tanto o más excitada aún que ella. Pero fue su espalda la que se arqueó, sus brazos los que me abrazaron y su boca la que me dio la ambrosía de su aliento. Sus manos volaron sobre todo mi cuerpo y junto a mis labios en su piel, fueron nuestros gemidos los que se unieron en el aire. Néctar el que probamos de nuestros paraísos privados. Mis dedos cautivaron sus más insaciables deseos, y su lengua ahondó en mis más infinitas ansias.

Sinceramente, no sé a que hora nos tumbamos rendidas, sobre unas sábanas mudos testigos. Tan sólo recuerdo que... el ordenador se apagó solo, y no volví a encenderlo para ocuparme del nitrógeno.

Atlanthis

 

La última carta

Te aprecio no sólo por lo que eres,
sino por lo que soy a tu lado.

Te aprecio no sólo por lo que de ti has hecho
sino por lo que de mi haces.

Te aprecio por lograr, mejor que cualquier credo,
hacerme bueno,
y, mejor que cualquier destino,
hacerme feliz.

Y lo conseguiste sin un ademán,
sin una palabra, sin un gesto.

Simplemente por se tú mismo. Tal vez,
al fin y al cabo, en eso consiste la amistad.

Anónimo

Quizás estas sean las últimas palabras que leas y por tanto pretendo hacerte comprender que mi vida junto a ti fue lo mejor que podría haberme pasado nunca.

Jamás he comprendido como llegaste a mi vida, ni siquiera he intentado buscar una explicación a tal cosa, pero, la verdad es que ocurrió y me alegro por ello.

Tú me hiciste comprender lo que era y me enseñaste la belleza que residía en mí, me enseñaste la belleza de las cosas, algo por lo que te estaré profundamente agradecida y que jamás podré agradecerte en lo que vale.

Has tenido una paciencia infinita conmigo, incluso más allá del aguante del que es capaz un ser humano, y creo que ya no podré darte las gracias como desearía.

Desde que nos conocemos fuiste mi pilar de apoyo, mi consuelo, y me enseñaste lo que era el amor en este torbellino se sentimientos contradictorios que era mi vida. Nunca me negaste las respuestas a mis preguntas, y siempre encontré esa palabra de afecto que tanta falta me hacía, o ese abrazo que añoraba.

Han pasado muchas cosas en este tiempo. Primero tuve que enfrentarme a la idea de verme atraída por una mujer, cosa que en un principio me horrorizó. Hasta entonces mi vida había sido la completa confusión de no saber hacia donde se dirigía mi vida.

Había estado con un par de chicos, pero nunca terminaba de satisfacerme. Siempre notaba la falta de algo... y no podía encontrar que era.

Siempre había oído que el amor entre dos mujeres estaba mal, y como malo lo acepté. Tu lo sabes, ya que lo sufriste.

Acepté que una mujer tenía que estar con un hombre sin cuestionarlo y sin dudarlo siquiera, pero, con el tiempo, y viendo que no encontraba a mi príncipe azul, mis creencias se fueron debilitando y una pequeña duda fue anidando en mi corazón, aunque intentaba dar explicación a todo... no siempre lográndolo.

Entonces pasó lo que debía pasar. Me arriesgué demasiado y a veces el destino juega muy malas pasadas. No recuerdo nítidamente toda la noche, ya que bebí demasiado para armarme de un valor que no poseo, ni poseía. Después todo es confusión, y dolor.

Aún tengo pesadillas, y tu lo sabes, porque... era tu voz lo que me rescataba de aquel infierno revivido noche tras noche.
Cuanta dulzura y cariño había en tus brazos cuando me abrazabas hasta que los temblores pasaban, y entonces tu voz lentamente me arrullaba hasta que el sueño me invadía de nuevo.

Sabes que desde aquel día nunca más pude estar con un hombre, pero además tampoco podía estar con una mujer. Los prejuicios que te enseñan cuando eres pequeña permanecen cuando te haces mayor.

Tu me enseñaste que aquello no tenía nada de malo... y me enseñaste a ver la vida con otros ojos... y no con los de una sociedad que censura a los que no son como ellos.

Sufriste conmigo el rechazo de una sociedad que se atribuye las virtudes de liberal y abierta, cuando ambas sabemos que queda mucho por andar.

Sabes que nunca pudimos enseñar nuestro amor a mi familia, y mi elección de marcharnos fue precisamente por eso. Jamás comprendiste esa decisión, pero la respetaste, y te estoy agradecida por ello, ya que creo que no habría podido enfrentarme a mi familia.

Ya es tarde para todo, ya casi no me queda tiempo, y mientras mi vida se extingue, lamento profundamente que hayas tenido que asistir a todo esto y esconder tu dolor como si no existiera.
Siempre quisiste enseñarme que eras la fuerte, y no me permitías verte cuando tenías la guardia baja... pero ambas sabemos que cuando aparecías con los ojos rojos, por las mañanas, era de haber llorado y no haber dormido casi.
Nos conocemos demasiado para andarnos con secretos ahora.

Lamento todo el dolor que te he causado, hubiera deseado que lo nuestro hubiera durado más, y sabes que lo intenté con todas mis fuerzas... pero era un cáncer imparable... que fue mermando mis fuerzas demasiado rápido.

Te he amado demasiado, como jamás pensé que llegaría a amar a nadie... y supongo que tú a mi también, sin embargo desearía que encontrases a alguien... porque no sería justo.

Ya no puedo más, me rindo, estos dolores me atormentan demasiado... y sólo deseo dormir.

La mujer limpió una lágrima que corría libremente por su mejilla. Secó sus azules ojos... mientras el viento jugueteaba con su melena azabache.


Aquella había sido la última carta, y también había un testamento. Eso era todo lo que quedaba de la que había sido su compañera durante casi dos años.... Ahora ya no podría acariciar aquel pelo rubio, no perderse en sus ojos verdes... nunca más.

Depositó un ramo de rosas en la tumba de su amor, de su mejor amiga, de su confidente, y se marchó.

"Doquiera que yo vaya, allí tu llegas.
doquiera hayas estado, acudiré.
Heredarás todo cuanto yo deje..
y tendremos nuestra resurrección.

La tendremos porque es nuestro derecho
Tu has dejado lo que debías dejar:
Yo tomaré tu parte, para afirmar tu osadía....
Las grandes cosas pertenecen a quienes las comparten.

Y yo seré tu lucha para forjar tu triunfo
ya que el vínculo entre mujeres está llegando a la mitad final
primera amada, mi presente amiga,
si yo muriera como la próxima lluvia
te llamaría por tu nombre de montaña
y llovería sobre ti.

Deseo de mi deseo, soy tu lujuria.
Ola de mi ola, soy tu cresta.
Tierra de mi tierra, soy tu corteza.
Poder de mi poder, soy tu deber.
Clase de mi clase, soy tu más íntima.

La montaña más alta, el ratón más pequeño
La montaña minúscula y el ratón gigantesco.

Tu pusiste tu aliento sobre el mío
y yo te encierro dentro de mi puño
Tocaré los labios de cualquier mujer para recordar.

Marchamos juntas en mi movimiento,
y tú deseas que unamos nuestras vidas.

Alexa

 
 
   
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